Los Thunders Birds.
Hace algunos días vino a Guatemala uno de los espectáculos más impresionantes, jamás visto por nuestras tristes realidades. Fue el espectáculo dado por los aviones F16 y F15 de las fuerzas estadounidenses. Donde estos acrobáticos pilotos y sus supersónicas máquinas hacían piruetas en el cielo guatemalteco. Un espectáculo digno de dejar plasmado en una fotografía para muchos, y en efecto no fueron pocos los que se tomaron la foto para el recuerdo.
Además fueron muchas las personas que dejaron sus quehaceres diarios por ir a abrir la boca en cualquier avenida aledaña al aeropuerto la Aurora. Esto demuestra una vez más lo fácilmente impresionables que somos. Nos demuestra la cultura de provincialismo en la que estamos sumergido. Según tengo entendido (sin restarle mérito a los pilotos, ni a sus máquinas voladoras) las aeronaves que se vinieron a exhibir no son la tecnología de punta. Ni siquiera las más avanzadas de su época. Aunque aquí, en nuestro país, donde la tecnología aérea no sobrepasa la de la segunda guerra mundial, esto fue una maravilla. Y tenemos razón de maravillarnos. De quedarnos boquiabiertos frente a la tecnología que carecemos y que sólo en la guerra de las galaxias imaginamos.
Ahora, estos aviones los recuerdo de la guerra del golfo y en las películas sobre esa misma guerra. Donde los enemigos eran unos ojitos rasgados, que hacían pasar por orientales. ¿Los recuerda?
Casi toda Guatemala, capital, quedó paralizada por ver estos artefactos, exhibiendo su tecnología ante una tribu que los cree dioses del cielo. Tan amos y señores de nuestras alturas que cerraron durante su actuación el Aeropuerto Internacional La Aurora.
Esto nos da la pauta a reflexionar, cuál lejos estamos del primer mundo, y qué tan profundo es nuestro subdesarrollo. Nos da la pauta a pensar la maravilla que nos perdemos por no superar nuestra pobreza y falta de oportunidades. Somos un país pobre. Que necesitamos un oxigeno de entretenimiento primer mundista para que olvidemos y soñemos estar mejor presenciado tan acrobáticas piruetas.
Con ello no digo que tenemos que equiparnos con este tipo de tecnología militar. Resumo el terrible vacío de existencia que sufrimos.
No es necesario recordar que estos artefactos no son objetos de entretenimiento, como nos lo han hecho ver, sino armas letales de destrucción.
Esa falsa ilusión de velocidad y destreza con el que nos maravillamos, no es más que técnica de combate para matar y destruir. Un entretenimiento, que puede ser mortífero, según sea su uso.
El entretenimiento que presenció Guatemala, no lo es para otros. Ese modo que distracción que reunió a chicos y grandes, ha separado y dejado huérfanos a miles de niños en el mundo.
Vemos la sonrisa de un niño por esta demostración de velocidad. Pero en otro lado, talvez en Irak o algún país menos cooperante, esos ruidos de motores opaquen el miedo, el llanto y la tristeza de un niño que despierta y ve su casa destruida y su familia muerta.
Pero así somos, individuos impresionables y provincianos. Viendo todo lo que deseamos en el cielo, surcándolo a velocidades que apenas logramos divisar.
Angel Elías
Comentarios
*de habernos comportado tribales habríamos ocasionado alguna tragedia, por ejemplo. a la altura de lo que su presencia significa.