Desde ya hace algunos años me viene haciendo la misma pregunta ¿Haz adelgazado, verdad? Realmente no sé si en verdad, he logrado lo que muchos sueñan, bajar de peso sin proponérmelo. Muchas personas y conocidos que por algún motivo dejan de verme por meses, hacen esta referencia.
Auque yo siempre me veo igual, todos se empeñan en asegurar lo contrario. Porque desde que tengo memoria útil, he tenido esta masa corporal. Delgado, casi escuálido ha sido mi fisonomía siempre, talvez de pequeño fui así medio ponchadito, pero de mi adolescencia para acá ya no.
Todo me ven con cierta ternura por esta condición, y hasta podría decir que hasta con lástima. Algo que en un principio me molestaba y me contagiaban de esa compasión por mí, que me veía en el espejo y veía la pura calaca. Luego, esa lástima que inspiraba en otros se transformaba en altruismo. Y me vivían invitando a cuanto almuerzo, cena, conferencia con coffe break, bufé se atravesará. Cosa que al principio evadía, pero la insistencia llega a tanto que terminaba comiendo como rey.
El asunto de mi descarnada figura, era una cuestión a la que no prestaba atención. Hasta que reflexioné que todos me veían más delgado que meses atrás. Y que los que me dejaban de ver, veían a los meses posteriores a su amigo, aún más delgado. Por tanto con el transcurrir de los meses, yo era un ente, más parecido a ET que a su amigo. Que su amigo era cada vez más delgado, en un ciclo que hasta hoy no acaba. Hace algunos días encontré a un historiador prestigioso y muy famoso aquí en Guate que con su análisis, (el mismo que utiliza para examinar acerca del paso del tiempo y la historia patria) y vista analítica, (esa que le sirve para escudriñar los resquicios de la historia) me afirma que he adelgazado desde la última vez que me vio. ¿Por qué he de desconfiar de sus palabras?
Esto me venía preocupando ya desde algunos meses, ya que la paso que voy, no faltará poco, para que alguien pregunte, cuánto me queda de vida. Así que por acompañar a un amigo y romper con la curiosidad me dirigí al gimnasio donde él se había puesto fornido.
He allí, el lugar, un centro de pesas, tubos, cadenas y no sé que más máquinas de tortura, hacían sudar al más fuerte. Allí estaba, probando todos los aparatos, como niño en centro de recreo nuevo. Frente a cada aparato un póster del icono al que aspiraban: Arnold Schwarzenegger, él les decía a través de cartelitos los niveles que alcanzaban y frases de motivación para levanta una vez más cada peso.
Un centro de culto al cuerpo al que ya no regresé, ya que para un curso de cómo me vería bien, y de motivación personal, hay bastante en los súper mercados. Es claro, que lo mío no es el culto al cuerpo, ni siquiera para alcanzar un cuerpo atlético, ya que soy de cuerpo famélico y qué remedio. Ahora me siento bien es esta condición. Una condición que nadie envidia.
Noticia: Según una amiga, la nueva tendencia, en cuestión de gustos, las musas gustan de los chicos fornidos, atléticos o rellenitos, como sea, la cuestión es tener algo suave, firme y rechonchito en los brazos. Algo que me excluye, definitivamente del grupo de los más solicitados.
Así que he declaro la guerra al cuerpo, que caerá bajo el yugo demoledor de la mente. He salido con armas intelectuales a reconquistar fronteras alcanzadas por el cuerpo. He de partir en la misión de recuperar las tierras que un día fueron de uso exclusivo de los intelectuales. Una guerra, con un fin incierto. Y no perdemos la esperanza que mundo cambiará y nosotros los antropomorfos recién salidos de la Era del Hielo, reinaremos, en la faz de la tierra.
Angel Elías
Auque yo siempre me veo igual, todos se empeñan en asegurar lo contrario. Porque desde que tengo memoria útil, he tenido esta masa corporal. Delgado, casi escuálido ha sido mi fisonomía siempre, talvez de pequeño fui así medio ponchadito, pero de mi adolescencia para acá ya no.
Todo me ven con cierta ternura por esta condición, y hasta podría decir que hasta con lástima. Algo que en un principio me molestaba y me contagiaban de esa compasión por mí, que me veía en el espejo y veía la pura calaca. Luego, esa lástima que inspiraba en otros se transformaba en altruismo. Y me vivían invitando a cuanto almuerzo, cena, conferencia con coffe break, bufé se atravesará. Cosa que al principio evadía, pero la insistencia llega a tanto que terminaba comiendo como rey.
El asunto de mi descarnada figura, era una cuestión a la que no prestaba atención. Hasta que reflexioné que todos me veían más delgado que meses atrás. Y que los que me dejaban de ver, veían a los meses posteriores a su amigo, aún más delgado. Por tanto con el transcurrir de los meses, yo era un ente, más parecido a ET que a su amigo. Que su amigo era cada vez más delgado, en un ciclo que hasta hoy no acaba. Hace algunos días encontré a un historiador prestigioso y muy famoso aquí en Guate que con su análisis, (el mismo que utiliza para examinar acerca del paso del tiempo y la historia patria) y vista analítica, (esa que le sirve para escudriñar los resquicios de la historia) me afirma que he adelgazado desde la última vez que me vio. ¿Por qué he de desconfiar de sus palabras?
Esto me venía preocupando ya desde algunos meses, ya que la paso que voy, no faltará poco, para que alguien pregunte, cuánto me queda de vida. Así que por acompañar a un amigo y romper con la curiosidad me dirigí al gimnasio donde él se había puesto fornido.
He allí, el lugar, un centro de pesas, tubos, cadenas y no sé que más máquinas de tortura, hacían sudar al más fuerte. Allí estaba, probando todos los aparatos, como niño en centro de recreo nuevo. Frente a cada aparato un póster del icono al que aspiraban: Arnold Schwarzenegger, él les decía a través de cartelitos los niveles que alcanzaban y frases de motivación para levanta una vez más cada peso.
Un centro de culto al cuerpo al que ya no regresé, ya que para un curso de cómo me vería bien, y de motivación personal, hay bastante en los súper mercados. Es claro, que lo mío no es el culto al cuerpo, ni siquiera para alcanzar un cuerpo atlético, ya que soy de cuerpo famélico y qué remedio. Ahora me siento bien es esta condición. Una condición que nadie envidia.
Noticia: Según una amiga, la nueva tendencia, en cuestión de gustos, las musas gustan de los chicos fornidos, atléticos o rellenitos, como sea, la cuestión es tener algo suave, firme y rechonchito en los brazos. Algo que me excluye, definitivamente del grupo de los más solicitados.
Así que he declaro la guerra al cuerpo, que caerá bajo el yugo demoledor de la mente. He salido con armas intelectuales a reconquistar fronteras alcanzadas por el cuerpo. He de partir en la misión de recuperar las tierras que un día fueron de uso exclusivo de los intelectuales. Una guerra, con un fin incierto. Y no perdemos la esperanza que mundo cambiará y nosotros los antropomorfos recién salidos de la Era del Hielo, reinaremos, en la faz de la tierra.
Angel Elías
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