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Mostrando las entradas de noviembre, 2006

Noviembre, mes por excelencia

Ya se escuchan las campanitas que cada fin de año, y se escucha sin parar. –que faltan tantos días para el mes o la época más linda del año. –que felices fiestas y felices pascuas. Llega diciembre con su nieve artificial, sus lucecitas de colores y el olor a pólvora quemada. Llega Santa con sus renos de narices rojas y lleno de regalos de cartón. Encontramos nieve de duroport, y arbolitos plásticos. Abrigos para el frío y oferta de licores con muchachas de minifalda vestidas como Santa. No me gusta Diciembre, me parece tan comprado, tan planeado, tan servil al consumo. Pareciera que por alguna extraña razón se tiene que ser bueno, como si por arte de magia todo el mundo cambiara, pero no cambia, solo muta. Por eso prefiero noviembre. Por sus colores, por sus sabores, por sus olores. Por su fiambre, por sus barriletes, por su batido caliente en la plaza del pueblo. Por su aire invernal que no hiela tanto como el de diciembre. Noviembre es mi mes preferido del año. Por sus cielos limpios

¿El suicidio como un deber?

La semana recién pasada hubieron dos hechos en el mismo día que siguen marcando un patrón común en el país: la muerte. El primero, una mujer de 32 años se arroja de a un precipicio de la mano de su hija de dos. Luego un agente de la policía municipal capitalina da muerte a un niño de 8 años, por una guayaba. Dos acontecimientos dignos de una película de horror. Desdichadamente una realidad constante en Guatemala. Según las noticias, la mujer suicida, tenía serios problemas mentales. Tomaba medicamentos que la mantenían tranquila en el hospital de salud mental. La medicina le era administrada en el hospital general como consulta externa. Pero, en este país de contradicciones, la consulta externa del hospital general está en huelga desde hace ha 170 días. Medida de presión tomada porque el gobierno no abastece de medicamentos ni insumos, como es su obligación, a los hospitales. Por tanto esta mujer ya tenía varios meses sin tomar el medicamento. Volviéndose un peligro para sus parientes.

Ausencias

Ciertamente, las ausencias son irremediables. Porque no somos entes ectoplasmáticos para bilocarnos, trilocarnos o cuatrilocarnos y estar en cualquier lugar a todas horas. Acto que no sería nada despreciable, pero conociéndonos tendríamos un límite de traslados y volveríamos al dilema de querer estar en 50 lugares cuando solo podemos estar en 25. Las ausencias nos demuestran lo terrenales que somos, lo dependientes que llegamos a ser del otro. Nos demuestra con una bofetada lo importante que alguien es con su ausencia. Pero por alguna tonta razón no entendemos hasta que no está. La ausencia ayuda a reencontrarnos. Nos ayuda a pensar mejor las cosas y no ahogarnos en una relación de tres. Nos ayuda para regresar con una enorme sonrisa en los labios, cuando semanas antes se pensaba que ya nada tenía una solución estable. Ausentarse es retraerse hacía sí mismo. Es descubrir con un espejo lo que nos ahoga, nos molesta, nos fastidia y lo que nos amarga la vida. La ausencia sirve para desc