En un reciente viaje a las tierras altas de Guatemala, para ser específicos a Alta Verapaz. Que por cierto es un departamento hermosísimo, no solo por su orografía y ecosistema sino también por sus bellas mujeres. Pues tuve que internarme en el departamento, por asuntos más de paseo que de estudio.
Como carezco de transporte propio, dependo del servicio de pasajeros, (del cual ya no tengo criterio para deducir, si es bueno o malo) el cual me lleva a mi destino: el paradisíaco Semuc Champey. Una reserva natural que consiste en unas pozas de agua cristalina sobre las grutas que de un río, y que las atraviesa por debajo. Del cual me quedé simplemente maravillado por su exquisitez natural y la belleza además de la agresividad del río Cahabón. Pero esta será una travesía que contaré después.
En el viaje me topé con uno de los especimenes más interesantes de estudio, y que cada vez identifico con más frecuencia. Ese ser que tan común en la biosfera capitalina y del cual hasta a veces huyo. Me refiero al chapín (como comúnmente se le conoce al guatemalteco) capitalino. Ese individuo que se reconoce por sus comentarios sin fundamento. Y que ven al interior de la república como una finca de recreo. (Aunque afortunadamente no todos son así)
Ese mismo que platica todo el camino, con teorías que ni él mismo entiende, pero que sólo por ser de la capital, se considera dueño absoluto de la razón.
Este espécimen con el que me encontré, es el más interesante que he visto. Porque no tuvo ningún empacho a mostrarse como es. Chabacano, irreverente y hasta con delirios de grandeza.
En una de sus conversaciones con el niño que nos guiaba, le pregunta por el idioma que habla y él responde que es el Qeqchí. Otro acompañante se ufana de saber algunas palabras en Kaqchikel, y le dice “buenos días” en Kaqchikel. El primero al no ver reacción en el niño, comienza a reírse, diciéndole al segundo que le hable bien, pues el niño no lo entiende.
Realmente el niño nunca le podría entender porque el Qekchí y el Kaqchikel, son idiomas distintos, que si bien es cierto es una ramificación del maya no tienen la misma estructura fonológica, ni gramática, ni sintáctica. Pero, que en la mente del capitalino que les explico, el maya es maya, y entre ellos se entienden.
Por alguna extraña razón el capitalino se siente superior a los pobladores de provincia. Cree que su hábitat de concreto, que no es más que una burbuja de lo irreal, es mejor que la pacífica provincia.
Pero en algún momento nos debemos dar cuenta que en Guatemala no habemos superiores ni inferiores, que todos estamos regidos por el mismo subdesarrollo. Que algunos estén en mejores condiciones no significa que sean dominantes. Y que al final, el tercermundismo, tiene el mismo resultado.
Sobre el Chapín capitalino, hay mucho por escribir y les aseguro, amigo lector, que usted conoce más. Es ese ser desconfiado y huraño. Que tiene delirios de grandeza frente a los provincianos. Y problemas de autoestima frente a los canchitos de ojos azules.
A la larga, ellos se identifican por sus comentarios sosos. Pero que en su mundo están llenos de intelectualismo frente a la tribu que, según ellos, llegan a civilizar.
Angel Elías
Como carezco de transporte propio, dependo del servicio de pasajeros, (del cual ya no tengo criterio para deducir, si es bueno o malo) el cual me lleva a mi destino: el paradisíaco Semuc Champey. Una reserva natural que consiste en unas pozas de agua cristalina sobre las grutas que de un río, y que las atraviesa por debajo. Del cual me quedé simplemente maravillado por su exquisitez natural y la belleza además de la agresividad del río Cahabón. Pero esta será una travesía que contaré después.
En el viaje me topé con uno de los especimenes más interesantes de estudio, y que cada vez identifico con más frecuencia. Ese ser que tan común en la biosfera capitalina y del cual hasta a veces huyo. Me refiero al chapín (como comúnmente se le conoce al guatemalteco) capitalino. Ese individuo que se reconoce por sus comentarios sin fundamento. Y que ven al interior de la república como una finca de recreo. (Aunque afortunadamente no todos son así)
Ese mismo que platica todo el camino, con teorías que ni él mismo entiende, pero que sólo por ser de la capital, se considera dueño absoluto de la razón.
Este espécimen con el que me encontré, es el más interesante que he visto. Porque no tuvo ningún empacho a mostrarse como es. Chabacano, irreverente y hasta con delirios de grandeza.
En una de sus conversaciones con el niño que nos guiaba, le pregunta por el idioma que habla y él responde que es el Qeqchí. Otro acompañante se ufana de saber algunas palabras en Kaqchikel, y le dice “buenos días” en Kaqchikel. El primero al no ver reacción en el niño, comienza a reírse, diciéndole al segundo que le hable bien, pues el niño no lo entiende.
Realmente el niño nunca le podría entender porque el Qekchí y el Kaqchikel, son idiomas distintos, que si bien es cierto es una ramificación del maya no tienen la misma estructura fonológica, ni gramática, ni sintáctica. Pero, que en la mente del capitalino que les explico, el maya es maya, y entre ellos se entienden.
Por alguna extraña razón el capitalino se siente superior a los pobladores de provincia. Cree que su hábitat de concreto, que no es más que una burbuja de lo irreal, es mejor que la pacífica provincia.
Pero en algún momento nos debemos dar cuenta que en Guatemala no habemos superiores ni inferiores, que todos estamos regidos por el mismo subdesarrollo. Que algunos estén en mejores condiciones no significa que sean dominantes. Y que al final, el tercermundismo, tiene el mismo resultado.
Sobre el Chapín capitalino, hay mucho por escribir y les aseguro, amigo lector, que usted conoce más. Es ese ser desconfiado y huraño. Que tiene delirios de grandeza frente a los provincianos. Y problemas de autoestima frente a los canchitos de ojos azules.
A la larga, ellos se identifican por sus comentarios sosos. Pero que en su mundo están llenos de intelectualismo frente a la tribu que, según ellos, llegan a civilizar.
Angel Elías
Comentarios
Una vez leí que había un sector de la población guatemalteca que vivía con los esquemas propios de tiempos de conquista. esquemas que ya ni siquiera existen en España. Espero que sean superados porque me encanta la diversidad de las razas descendientes de mayas.
Abrazos.
Es cierto los esquemas de la conquista se mantiene fijados en la mente de muchos guatemaltecos, pero muchos ya los queremos dejar.
saludos