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Mostrando las entradas de mayo, 2007

Guatemala Extra-Ordinaria.

En Guatemala, sucede lo que en ninguna parte del mundo puede suceder. Es un caso tan especial, todas las mañana nos sorprende un acontecimiento distinto cada vez más extraordinario. ¿En qué parte del mundo se abre un inmenso agujero dentro de la ciudad y traga casas y calles? ¿En qué parte del mundo se deja ese agujero y las personas llegan a allí para tomarse fotos frente a él? Allí nos damos cuenta que estamos sumergidos dentro del subdesarrollo, que hasta nuestros problemas no son tan ordinarios ni normales, para esta época. Es un poco más de la época oscurantista. En otras regiones del país, se inició una campaña de vacunación en contra de la Rubéola y el Sarampión. Y resulta que de algunos lugares sacaron a los promotores de salud porque, quién sabe quién, dijo que la vacuna deja el signo de la bestia en al brazo. (666) En Guatemala existe un sinfín de casos inverosímiles, que únicamente suceden y pueden gestarse aquí. Un país que se sumerge vertiginosamente en la tecnología y en

Algodones de Azúcar

A la niña de los algodones de azúca r. Ale. Son deliciosos estos entretenedores del hambre. Tan característicos de las ferias de pueblo. En lo personal tenía muchos de años de no probar alguno. Pero, por diversas circunstancias que se confabularon contra mí terminé cayendo dentro de las garras de tan delicioso entremés. De niño los algodones de azúcar caracterizaron la feria en el pueblo y las procesiones. Era tener una nubecita dentro de una bolsa y comerla pensando que se podía escapar. Nubes de color rosa, azul, amarilla o blanca. Pero, cuando la niñez se va, las bolsas de algodones, extrañamente se van con ella. Y dejamos las ilusiones de niño en el pasado. Y los algodones de azúcar pasan a ser un mordisco al aire. Y ya no los buscamos, dejamos de perseguir con una moneda al vendedor que lleva todas las nubecitas debidamente empacadas sobre sus hombros. Porque dejamos de pensar que son necesarias, que la niñez se ha acabado y con ella nuestra hambre de soñar con nubes de azúcar. En

Posdata: Lo recomiendo

Al tomar la lectura de Víctor Muñoz siempre encontramos algo conmovedor y muy íntimo en sus páginas. Como encontrarse en cada línea con un vecino, un amigo, conocido o un amor pasado. También es encontrarse con lo peor de nosotros, lo que nos hace humanos y comunes. Esto en pocas palabras es: “Posdata: Ya no regreso” Cuando uno se va adentrando en la lectura, cada personaje toma forma e historia dentro de la trama. Pero lo que más sorprende es el parecido que tienen los personajes con lo cotidiano dentro de nuestro imaginario. Muñoz retrata de manera impecable en más de un cuento a cualquiera de nosotros. Seres comunes que deambulamos en las calles de Guatemala y que comemos en cualquier esquina. Talvez nos hace recordar que las grandes historias se gestan en cualquier lugar. Y que esos grandes personajes pueden ser cualquiera. Las historias de Víctor Muñoz, sorprenden, pero por su parecido con lo habitual. Con lo que probablemente ya no nos asombra, pero que sucede a menudo. En diecin

Encuentro Inesperados.

En algunos días, en algunos momentos y algunas personas te hacen recordar lo perecedero. Sucede que la distancia no es más que excusas banales ante lo que no podemos resolver. Y en todo caso ante lo que no deseamos resolver. Pero en otras circunstancias, esos momentos o esos días o esas personas aparecen para aclararte el día. Puede que se aparezca en el bus o en la entrada del centro comercial. Entonces sabes que allí estuvo siempre. Que nunca te ha abandonado. Que de alguna manera reaparece para recordarte lo importante de existir. Hace un par de días, encontré algo remotamente perdido. Recordé que no hay nada como esa amistad que te devuelve las ganas de vida. Que no tiene ni idea que con una sonrisa te devuelve la enormidad del universo. Y es que salir de ese tumulto de gente dentro de un centro comercial, es asfixiante. Allí, en ese centro ególatra y de ventas de sueños a pagos, encontré a una vieja amiga. De esas que uno extrañamente desea ver a la salida de cualquier lugar. Pare

Escritor-chimpancé

¿Si se pusieran a escribir a miles de chimpancés con sendas máquinas de escribir, podrán sacar una buena novela? Hay días en los que no te nace escribir y divagas. Son esos días cuando el jazz te mantiene pegado a la realidad. Entonces no te das cuenta que afuera, el mundo se despedaza por un par de centavos, que estás desempleado y que alguien ocupa un lugar que es tuyo. Todos triunfan, en el mundo que poco a poco deja de pertenecerte, solo mantienes esa pesadumbre para escribir. Sabes que lo debes hacer, luego una buena idea se sofoca, y muere entre tanta incertidumbre provocada por tus propios malestares. Para todo eso, solo queda la música, escribir algunos malos versos, empezar la novela que nunca termina o que cambia de nombre diariamente. Son épocas en las que nada de lo que se escribe vale la pena. En algún momento piensas que sí. Pero nada que nace de la incertidumbre vale un quinto. Te crees escritor proscrito. -¡Un poco de música, maestro! –es lo único que queda. Ves cómo t