ATURDIDOS
Con las caras tiesas, aturdidas, quedaron los representantes del Comité Coordinador de Asociaciones Agricolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF) cuando los cooperativistas se sentaron en las sillas que durante más de 50 años había ocupado la cúpula oligárquica en
Ofendidos se retiraron somatando la puerta y amenazando con impugnar la ocupación abusiva de sus sillas, cuestión que abogados y columnistas a su servicio hicieron de inmediato. Los cooperativistas ante el berrinche Cacifero se quedaron impávidos porque leyeron que algo ha cambiado y que ya no basta gritar, amenazar, para hacer su capricho. Esto no lo entendió el poder fáctico de las 14 familias que ellos representan.
El primer pulso con este gobierno fue alrededor de presupuesto para el año 2009. El Cacif se opuso y como siempre lo hizo, sacó un campo pagado diciéndole al gobierno que: nada de aumentar; que se conformara con una cantidad igual a la de este año. Pero el gobierno no podía aceptar porque sólo la inflación había rebajado, en términos reales, un 13% el presupuesto del 2008, por consiguiente, para el 2009 tendrían mucho menos dinero. Aceptar, era poner de rodillas al gobierno, incrementado por la crisis mundial del sistema capitalista
Quisieron hacer lo mismo que con Vinicio Cerezo, (1985-1990) cuando este propuso una mínima reforma tributaria en 1988. Los Cacifes montaron huelgas, retuvieron impuestos, restringieron el crédito, sacaron el pisto al extranjero y amenazaron al presidente con un golpe de Estado. Lo arrinconaron en
La institucionalidad presidencial les venía del norte: ellos eran los dueños de la vida y haciendas ubicadas en este pedazo de tierra llamado Guatemala y por lo tanto, el tal Vinicio, no era más que un advenedizo encargado de administrar la finca bajo su tutela, no de gobernar un Estado. -Dese cuenta-, le dijeron, esta es nuestra finca, no un Estado. Y Vinicio obedeció: desde esa encerrona Cerezo administró la finca y no a gobernó un Estado.
Así hicieron con los otros: Serrano, de León Carpio, Arzú, Portillo, Berger. Unos eran de su riñón como Arzú y Berger, con ellos compartían el presupuesto del Estado porque era su presupuesto y privatizaban lo que les interesaba; a los otros, los advenedizos, les daban órdenes o los amenazaban. Y así todo siguió igual para los oligarcas y su Cacif.
Algo cambió en los últimos 20 años, pero su arrogancia no lo consideró así. A los gringos los agotó la forma oligárquica de administrar el Estado la cual llevó a narcos y crimen organizado al poder y anarquizó el país; entonces, el embajador gringo les dijo: “apuntalar el status quo no es una opción de cara a los desafíos inmediatos del país”, y les quitó el apoyo. Su otro garrote, el ejército, lo desmantelaron: Berger echó la m… a la mitad de oficiales, clases y soldados luego que les sirvieron en la guerra sucia para defender sus intereses; los patearon y claro, los chafas se resintieron y hoy ya no son su espada para amenazar con golpes de Estado. Y su otro garrote, los llamados dirigentes políticos, aprendieron que sacan mayor tajada negociando con el Ejecutivo, que recibiendo una miserable migaja pecuniaria y palmaditas en la espalda de los Cacifes.
En el otro pulso, arrogantes, creyeron que las sillas en la JM eran de su propiedad, pero se las quitaron y hoy chillan en todos los periódicos y juzgados reclamando que eran suyas y que se las quitaron con chanchullo. Ahora veremos qué pasará con el tercer pulso: el aumento salarial, al cual el Cacif se opone como siempre. Si lo pierden, como espero lo pierdan, estaremos en presencia de un pequeño giró histórico, pero trascendental, en este país: el despótico poder del Cacif está en el principio de su fin.
Por el momento, la oligarquía y su representación, el Cacif y el Partido Patriota (PP) en el Congreso, están como el coyote en la loma, solos y aullándole a la luz de la luna.
Guillermo Paz Cárcamo
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