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Mostrando las entradas de julio, 2009

Apofonía V

Lluvia: En un concierto de malabares, el cielo se abre sinfónicamente para dejar caer melodías que al chocar con el tejado, nos recuerda que las canciones para dormir tiene un ritmo de lluvia en invierno. Música: una serie de sonidos perdidos, y que se reencuentran en un momento. Buscan siempre regresar intactos a su origen, gritan y mientras más sincronizados se encuentren será más fácil capturarlos. Gatos: Hacen de los tejados sus refugios. Por las noches se alimentan de nuestros sueños más locos. Por el día son irreverentes con nosotros porque conocen nuestros secretos. Perros: ¿Alguien ha podido bañar un perro sin mojarse? Rabia: ese contenedor desconocido con capacidad óptima para el desespero. Maniquís: Seres humanos que en la antigüedad por su vanidad fueron condenados a no envejecer. En su momento no lo vieron como un castigo sino como un premio. Al pasar de los años, de los días y sus noches estos humanos se dieron cuenta que todos a quienes conocían, am

Texto Zip XIII

A estas horas, a estos días, en esta situación, me doy cuenta que han pasado los años. Me doy cuenta que el tiempo ha transcurrido. Y no hay nada más que eso en el recuerdo, los años que se pasan en mí. Salgo de la casa, han sido 30 años de lo mismo. De corbatas y trajes viejos. Esta calle ha cambiado cuando la primera vez me perdí al encontrar el trabajo. Ahora deseo perderme para no regresar a él. En el camino hay de todo. Ventas de ropa usada, trajes gastados por los años. Una venta de fruta que nadie compró en el día. Esta calle es la misma, estos recuerdos son los mismos. ¿Qué fue de aquel muchacho que se quería devorar el mundo hace ya 30 años? ¿Qué ha sido de ese muchacho que creía en la poesía, en las utopías, en la música de protesta? Es cierto los años se encargan de marchitar las esperanzas. Tal vez esos sueños se quedaron perdidos de tantas veces que pasé por acá. Y todos los días regresé a buscarlos. A estos años ya ni eso me importa. Los sueños se quedaron amarrados

4 años de bloggear.

En cuatro segundos le puede cambiar a uno la vida. En cuatro años ya no se es el mismo… A todo ello estos cuatro años han sido de antología. Que continuará por un buen tiempo más. Algunas voces se han ido. Y es que eso de escribir es para desgarbados y ermitaños. Jajaja. Ciertamente a veces pienso que es así. En cuatro años hemos hablado de todo. Nos hemos peleado con todo. Y lo más importante hemos hecho grandes amigos. A mis colaboradores, a mis lectores. Mil gracias… Salú…

Sala de Espera…

A Andrea A todos en alguna ocasión nos toca la sala de espera en nuestra vida. Y es esa parte de nuestra vida cuando las cosas se quedan en una extraña pausa. Después de un ajetreo intenso todo se vuelve silencio y es una pausa rara. Allí donde el mañana aparentemente es incierto. Allí donde extrañamente nos sometemos al peor de nuestros miedos… el tiempo. Desde el principio de la humanidad hemos tenid o miedo a este ser, el cual no podemos controlar. El tiempo siempre ha sido uno de nuestros enemigos más aguerridos. Y siempre salimos perdiendo. ¿Detenerlo? ¿Contenerlo? ¿Regresarlo? Simplemente imposible. A la larga hemos declarado una guerra contra ese ser tan misterioso. Hemos logrado reproducir el tiempo en una escala mínima y controlada. Por ello tenemos televisión, cine y fotografías. Pero en este vano y torpe intento el tiempo simplemente ríe y sigue su camino. ¿Acaso hemos logrado por lo menos desgarrar el tiempo para hacer más decorosa nuestra derrota? No. El tiempo