We lived our little drama
We kissed in a field of white
And stars fell on Alabama
Last night
Stars fell on Alabama
Las personas estamos hechos de recuerdos. De retazos de tiempo que no deseamos soltar. Por eso somos la consecuencia del tiempo. Y recordamos constantemente. Algunas cosas buenas otra que no lo son tanto. Recordamos los amores perdidos, la billetera, algunas palabras de nuestros padres y otras cosas que solo a nosotros nos sirven. Todos dentro de nuestras cosas tenemos algo de gran valor simbólico que al momento de regresar a él, sonreímos un momento.
Un amigo hace algunos días recordaba amores perdidos. Lugar común, en los consultorios y grupos de apoyo, dice él. Y me ganó la nostalgia. Siempre he creído que lo único que nos queda a lo largo del tiempo, es aquello que no hacemos, o que desesperadamente hacemos, para rescatar lo que creemos nuestro.
A lo largo de los años pareciera que es lo único que nos deja un poco cuerdos. Aquel sentimiento que, nos hace pensar que hicimos bien las cosas, aunque no funcionaran. El amor es el sentimiento que no se comprende y cuando se hace no nos deja más que el recuerdo, su dulce y oloroso recuerdo. En estas semanas me he dedicado a recolectar recuerdos, de todo tipo, de infancia, de adolescencia, de amores proscritos. Y con ello una gama de colores en la memoria dignas de un caleidoscopio. Los recuerdos en mi mente, pasan en cámara lenta.
Es triste despedir lo que creemos nuestro. Y regresar a otros recuerdos que por alguna razón ya no significan tanto. Otros simplemente significan algo doloroso o muy dulce. Es algo confuso. Los recuerdos son necesarios para sentirnos vivos por momentos. Ya sean estos intangibles o simplemente resumidos a objetos que solo nosotros le encontramos sentido. El tiempo es nuestro aliado, el que nos hace menos sensibles, o más perceptivos, el que nos enseña que la vida es un tumulto de sorpresas, que nos muestra si nos equivocamos en el camino. Y debemos recordar la ruta correcta, si es que algo así existe. ¿Cuál es la ruta correcta? Tal vez nunca lo sabremos.
Por ello, en mi introspección, en esos recuerdos fundados desde hace años en mi cabeza, y se escurren lentamente. Luego con el paso de los años ya no recordamos, la camisa deja de ser camisa y se vuelve playera, alteramos nuestros recuerdos. Los hacemos más inolvidables, los hacemos perpetuos. Ciertamente lo queremos así para mantenerlos dentro de nuestra cabeza y es la excusa perfecta para no deshacernos de ellos.
Hoy escribo desde mis más grandes recuerdos. Así como desde una tristeza extraña que me invade.
Ángel Elías
Comentarios
Hace algunos días leía algo respecto a que los ateos saben mas de dios. Totalmente cierto pensaba yo. Y si aplicamos la misma proposición fácilmente podríamos "silogizar": Los tristes son los que más saben de felicidad. Así que, si usté se siente triste que le sirva de consuelo que invariablemente, como quien dice, ya estuvo del otro lado de la moneda.
Un abrazo bróder! Nos vemos. Te debo un disco para que calme tus "calamoridades"
He visto el otro lado de la moneda,,, y el sol antes de la noche jejejeje
y vamos por la maratón de Allen,,, oh calamaro...