Cuando nos ponemos a reparar sobre lo que hacemos o dejamos de hacer en la vida, realmente no somos la gran cosa. Porque pasan los días y vamos, trabajando, queriendo, durmiendo y tantas cosas que quisiéramos hacer de niños. Pero los sueños no siempre se cumplen de todo.
Hace unos días cumplí mi día 10 mil en este mundo, e hice un recuento de lo que he hecho, y he visto que he acumulado tantas tristezas como alegrías. ¿Cada cuanto cumplimos 10 mil años? Cada bastante tiempo, como para no rememorarlo. Es que tenemos una obsesión por contar el tiempo y hacer cuentas. ¿Qué tenemos? ¿Qué hemos dejado? ¿Qué queremos?
Luego nos damos cuenta que el tiempo sigue… sin siquiera preguntar qué deja en el camino. Son millones de años en ese cronometro del universo, nosotros solo un suspiro casi imperceptible. Luego, ese emotivo suspiro depende de nosotros, puede que sea dulce o inadvertido.
La cuenta puede ser noble o culpable. ¿Cuántos corazones rotos hemos dejado en el camino? ¿Cuántas ventanas quebradas a pelotazos hemos tenido? ¿Qué tipo de enfermedades hemos padecido, que se solucionaron con los besos de mamá? El tiempo y la cuenta de los días pueden darnos miles de temas para escribir e imaginar novelas para guiones rosas o policiacas.
A diez mil días que pegué el primer grito en este mundo, ando construyendo algo de futuro y tratando de olvidar un poco de pasado. Como diría una amiga, lo mejor para olvidar es… pegarnos de ladrillazos. Aunque no comparta su pensamiento, en momentos de crisis, parece tentadora la oferta.
El tiempo es ese amigo que nos dice, a los años, que nos vemos más viejos, que ya no somos los mismos, que nos volvimos más gruñones, que nos equivocamos en el camino. Pero que nos acompaña en los errores o en los aciertos
A 10 mil días de haber nacido, ando en una parte del camino, donde los kilómetros recorridos han sido divertidos, lúdicos, bizarros, muy extraños, oscuros, fílmicos. Todos estos días son tantos que a veces pesan y otras veces ni se sienten. ¿Usted dónde pasó su día 10 mil?
Ángel Elías
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un abrazo