La muerte de Facundo Cabral dio la vuelta al mundo. Principalmente cuando se da en uno de los países más violentos del mundo civilizado y hasta del incivilizado pienso algunas veces. Este notable fallecimiento deja al descubierto que estamos sumergidos en una barbarie de indiferencia ante lo que sucede.
La población se siente indignada con este suceso, y es razonable. Pero mucha gente muere todos los días y eso ya no indigna. Porque este país de insensibles las cosas sucederán de la misma manera como han sucedido por años. No sabemos arreglar los problemas como la gente consiente, todo se debe arreglar a balazos. Que agarren a los tipos y los fusilen, dicen muchos, claro hemos aprendido que la violencia soluciona nuestros problemas.
Es indignante ver cómo muere la gente en este país. Pero es más indignante darse cuenta que a nadie le importa eso. Ahora vienen las elecciones, y todos votaran por quien crean mejor. Es indignante ver como la gente vota por genocidas, narcómanos, ególatras, ungidos, berrinchudos y una serie de engendros que dicen solucionarán esto. Es indignante darse cuenta que la gente todavía les cree. Que desconocen la historia de este país. Y son los mismos que se indignan.
Claro, ahora con tanta muerte, todos piensan que esto se soluciona con más muerte. Pero si todos nos matamos, y que no quede nadie. Este país sufre un descalabro total. No por los gobernantes, sino por quienes votan por ellos. Nosotros tenemos realmente la culpa de tener un país hecho trizas.
Cabral despierta en la población indignación. Como debería despertar cada muerte violenta en este país. Que es la gota que derramó el vaso… en este país el vaso todavía tiene mucho espacio. Todos los años derramamos esa última gota, y luego no pasa nada.
Es triste la muerte de Cabral, ahora me entero de la muerte de Poncho Bauer, ellos por lo menos comprendieron que el país no se soluciona con indignación, que hay que ir más allá de nuestra comodidad.
Después de eso la indignación será real.
Ángel Elías
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Un abrazo.