Entendamos una cosa, nos hemos quedado sin opciones, por la
necesidad de hacernos llevar por la propaganda y la demagogia. A estas alturas,
las opciones del electorado se han reducido a dos, de las cuales queda poco por
decir.
El voto nulo debería ser válido. Cuando nos quedamos sin
opciones hay que pedir más. Exigir más. Ya no debemos votar por le menos peor,
que ya de por si es absurdo. Dejamos el país en manos de alguien que no lo hará
tan mal.
Ese es nuestro error, nos dejamos llevar por el sentimiento
patriotista de las votaciones y votamos por el que va ganando. Ello nos ha
llevado al borde de lo que somos, un país sin opciones. Ofrecer seguridad en
este país es ofrecer el cielo en el infierno, se escucha bien, pero es iluso.
Ofrecer bono 15 es comprar el voto del electorado trabajador, con su propio
dinero.
Nadie habla de la reforma fiscal tan urgente, nadie habla de
transparentar el gasto público, nadie habla de reformar la constitución para no
adjudicar obras a diputados y que estos los utilicen como vehículo electoral.
Nadie, porque este país es una nación sin dirección, no sabe
lo que quiere, y pide lo que no puede obtener. Pero en realidad el mismo
electorado tiene la culpa que enfermos mentales lleguen al poder o personas
incapaces de resolver los problemas medulares. Por ello el voto nulo es una opción
para algunos.
La gran presente para esta segunda vuelta será el
abstencionismo. El desencanto por la clase política será evidente. Y una minoría
elegirá al nuevo presidente. Un millón y medio de votos no es ni el 10 % de la población
en Guatemala, y eso es suficiente para gobernarlo y dejarlo al borde del
peñasco.
Las alianzas políticas son evidentes y vemos como cada uno
de los políticos develan sus verdaderos intereses. Como esa clase que nos
gobierna mantienen una doble moral, como para pasarse de una ideología a otra. Luego
vemos los que son los primeros en abandonar el partido cuando este se hunde, ya
sabemos quienes hacen eso en los naufragios.
Para estas elecciones de segunda vuelta, las opciones son
claras, el destino, un punto en el futuro que es incierto. Dentro de cuatro
años escucharemos el canto de las sirenas electorales, ofreciendo cambiar el
país, cuando en el fondo sabemos que es muy difícil.
Si usted va a votar, siéntase orgulloso, de saber que en sus
manos está el destino de sus hijos. Y si no lo hará espero tengo un mejor plan.
Porque votando o no todos estamos en el mismo barco y créanme no querrán estar
cuando el agua ya nos llegue a las rodillas.
Ángel Elías
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