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Guatemala es una amalgama incoherente de desigualdades. Las diferencias entre las personas que tienen y no tienen son abismales. Pero estos estados de privilegios se cocinan desde tiempos de la colonia, con una clase criolla, que ahora nos sigue dominando, y que no deja el poder. Entonces el país se administra como una finca, donde todos somos jornaleros.
Guatemala es una amalgama incoherente de desigualdades. Las diferencias entre las personas que tienen y no tienen son abismales. Pero estos estados de privilegios se cocinan desde tiempos de la colonia, con una clase criolla, que ahora nos sigue dominando, y que no deja el poder. Entonces el país se administra como una finca, donde todos somos jornaleros.
Esto no es una verdad para muchos, no digamos una realidad concreta. Para muchos guatemaltecos, la estampa de los que siempre han estado allí, adornando la postal, es obviado. La pobreza de este país para algunos es invisible. No reconocen que este país es un lugar de desigualdades sociales que gracias a un sistema educativo caduco y explotador, existen pocas posibilidades de sobresalir.
Los trabajadores de altiplano, aun son tomados como mano de
obra barata para los ingenios de azúcar. Entonces los grandes centros
comerciales capitalinos y sus inversiones en bienes raíces terminan siento
pagados por el sudor de tanta gente entre la caña de azúcar. Quienes son
personas indígenas.
El mapa educativo de este país da cifras alarmantes, los
lugares menos atendidos o subatendidos coincidentemente son poblaciones
indígenas. ¿Por qué tan poco interés por educar a la población indígena? Es la
mano de obra barata de este país, quienes no conocen el código de trabajo
porque no saben ni leer. Entonces este país no levanta su vuelo de la miseria
por el racismo explotador e inquisidor en el que estamos sumergidos.
¿Cuántos de los jóvenes letrados capitalinos, de la clase
media-alta entienden lo que escribo? La indiferencia no es del todo culpa de
quienes la practican, sino también de quien se la enseña. Entonces caemos a algo
evidente, la educación recibida nos ha hecho el país que somos. Unos ciudadanos
indolentes, desinteresados, hartos de nosotros mismo, sin identidad, faltos de
solidaridad, racistas, ninguneadores, y con ínfulas de superioridad. Lo que
demuestra la poca autoestima que tenemos de país.
Evidentemente despotricando poco hacemos por el país. Siempre
he considerado que el primer paso es darse cuenta y ser consiente que este país lo estamos dejando hecho trizas.
Romper los lazos del adoctrinamiento indolente por la realidad de Guatemala. Eso
duele, y duele mucho, porque nos exponemos con todas las carencias y arrugas
que tenemos, pero es necesario. Este ejercicio puede ayudarnos a saber dónde
empezar a arreglar esta sociedad. Cuando la sociedad acepte que está arruinando en el futuro, podremos
vislumbrar una esperanza.
De lo contrario, se seguirá negando el pasado, la historia,
el genocidio, el racismo, la explotación, la diferencia de clases y la pobreza
que carcome este suelo. Dejando una caverna debajo de nuestros pies que será solo
cuestión de tiempo para que nos termine de tragar y entonces, el país será irreparable.
Ángel Elías.
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