Un grupo de cofrades aparecen entre los callejones del
pueblo. Presurosos recorren las calles y las aceras del lugar. Tocan un tambor
con frecuencia al llegar a cada esquina. Algunas puertas se abren para dejar
entrar el viento del 25 de diciembre. Se mezcla con los residuos de pólvora,
olor de pino y ponche de la noche anterior. Los cofrades ingresan presurosos
acelerando el sonido de aquel tambor. Ven por todos lados, bajo las camas, atrás
de las puertas, sobre las ventanas, bajo los techos. El pesebre luce vacío. Los
cofrades se despiden y salen rápidamente. Solo ven un pequeño cruzar la
esquina. Y sigue la percusión. El niño Dios se les ha escapado nuevamente.
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La fogata iluminaba su rostro. A lo lejos se escuchaba una
serie de petardos que estremecían el ambiente por momentos. Sus pequeñas y
delicadas manos sostenían una estrellita que se al consumirse le sacaba una
sonrisa. ¿Cuál era el deseo de este año?
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Antes de las doce de la noche, la música inundaba la casa. Estaba
decorada de verde y rojo con listones dorados en las ventanas. Aquel joven
entró con un poco de miedo y timidez mientras ella le a jalones lo metía hasta
la sala. La algarabía de la casa poco dejaba apreciar aquella escena. Las navidades
se repiten con los mismos rostros,
ausentes e intrusos. Las postales de la noche buena revelan secretos
navideños. Faltan pocos minutos para el brindis final. Aquellos amantes se
tomaron de la mano, bajo la mesa, mientras el reloj daba las doce de la noche
de navidad. ¿Cuál era el deseo de ese año?
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El sonido de un plato quebrarse en la cocina hace que la
abuela llegue a ver qué sucedió. Una niña de ojos hermosos y manos de marfil había
dejado caer un plato por tratar de ayudar a servir la mesa. Cuatro años no son
suficientes para guardar equilibrio. La abuela no le dice nada mientras la mamá
la reprueba con la vista. Aquella niña tiene los ojos vidriosos por el regaño
que se le avecina. La dejan sentada en la mesa, para que ya no moleste. Minutos
después llega la abuela con chocolates y el regalo que le tenía preparado. ¿Cuál
era el deseo de ese año?
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En algún lugar del
mundo, se viven escenas cotidianas, algunos las capturan, otros las escriben. En
algún lugar del mundo, un gran escribano parte el destino en lo posible y lo
imaginario. Y pregunta ¿Cuál era el deseo de ese año?
Ángel Elías
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