La labor de escribir significa entregar lo poco o mucho que
se tiene dentro del alma. Como desenredar ese rara y confusa telaraña que se
tiene en la cabeza. Cuando inicié en la escritura pensaba que la publicación
era el fin último de la literatura, ahora, a los años me doy cuenta que la
publicación es lo que menos puede importar.
Efectivamente, desde hace tiempo dejé la publicación de
poemas o de textos porque simplemente mis escritos cumplen con la labor de
quitarme de encima tanto murciélago que danza entre mis más oscuros miedos. Ese
trabajo es por sí solo, una meta satisfactoria.
La publicación de libros, no me quita el sueño, menos mis
ganas de escribir. Es como un ejercicio mental constante que me hace sentir
vivo, que me hace recrear mis ideas desde las más ingenuas hasta las más
pesimistas.
Es el juego de la literatura, enredarse en un raro complot
de letras e ideas que inicialmente no tienen sentido, pero mientras más se
avanza entre el las líneas están toman una forma caprichosa para expresar las
ideas más profundas.
Es una tarea extraña del inconsciente que hace al escritor
revelar datos de su intimidad literaria que en otras circunstancias fuera mucho
más difícil de enfrentar.
Escribo porque es una forma de recrear el mundo y acomodarlo
a la vida, y para al final de los días, esta tome sentido.
Pero para este año, motivado por la amistad que mantengo con
los amigos de la Casa del Cuento y empujado por ellos en esta Filgua decidí
sacar una serie de libros llamada Textos Zip. Estos contienen unos relatos de
mi autoría y se pueden conseguir en el Stan 38 de la feria internacional del
libro.
Ángel Elías
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