Un hombre escribe su vida, la entreteje, la ilumina, le da
colores, la borronea, la consiente, la manipula, la corteja, la enfada, la
agrede, la acosa, la arma, la desarma, le enseña a no querer, y a querer
después, la cree infame, la educa. Al final un hombre no sabe leer.
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¿Si volvemos por el camino, qué encontramos? Un gato que
pensabas me odiaba.
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Tomemos las pocas cosas que nos quedan, a veces, solo a
veces esas cosas nos pertenecen, son prestadas, alquiladas o no devueltas. Nos acompañan
por un camino que no entendemos, las llevamos a cuestas, como si no pesaran,
pero si lo hacen. Algunas veces nos liberamos, otras veces nos engañan los
caminos y se vuelven más largos.
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María, ¿y si en vez de tirar piedras en el estanque nos
quitamos las vestiduras y nadamos al otro lado?
Ángel Elías
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