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La muerte en el mundo Maya




Cuando era pequeño, mi tía me decía que tratara bien a los perros porque ellos me atravesarían el río cuando muriera. No entendí esta frase hasta mucho tiempo después. Mi tía es maya kaqchikel, del altiplano de Guatemala y mantenía un amor profundo a los perros, quienes serían sus vigilantes al morir, ella se refería al xoloitzcuintle, que menciona la cultura mexica, en el mundo maya es el Tzi', el cuidador, el guía. Ella nunca leyó estudios antropológicos sobre el inframundo maya, pero sí escuchó la tradición oral de sus abuelas y abuelos, eso fue suficiente para tener identidad.

El tema de la muerte en el mundo maya tiene diversas aristas, muchas interpretaciones y entenderlo va mucho más allá de querer verlo desde el mundo occidental. Primero debemos desconectarnos del tema infierno/ cielo. En el mundo maya no existe eso. Existe un supramundo, un mundo terrenal y un inframundo, al que se le da el nombre de Xibalba, que en idioma maya quiché significa El lugar del miedo. Xibalba no tiene relación con el infierno cristiano. Es un lugar de pruebas que está por debajo de nosotros, donde están las enfermedades, pero también las curas. Donde está la muerte, pero como renovación, no como el fin.

Es, de alguna manera, difícil de entender en un principio, porque dentro de la formación occidental se nos enseña que para el bien existe el mal. En la cultura maya solo existen desequilibrios y esas variaciones energéticas provocan enfermedades, la noche del cuerpo, la oscuridad de las cavernas.

Según el Popol Wuj, libro del mundo maya, en Xibalba existían dos grandes líderes, quienes eran los que ponían las pruebas a quienes se atrevieran a buscarlos: Jun Kame, Wukub Kame, que traducido pueden llamarse como 1 muerte y 7 muerte. Ellos regían el inframundo y eran quienes daban las curas para ellas. En el calendario lunar maya, llamado Tzolkin, existen 13 días, de 260, dedicados al Kame y las comunidades aprovechan esos días para pedir o agradecer por su salud o por sus difuntos. Estos encuentros, llamados en la actualidad como ceremonias mayas se realizan en las entradas de las cavernas o al pie de los cerros. Esto simula la entrada al inframundo donde habitan los Señores de Xibalba.

Jun Kame y Vucub Kame eran los jueces supremos y los encargados de señalar sus funciones al resto.
Kichuma Kik y Xikiri Pat eran los encargados de enfermar la sangre a los seres humanos.
Ajal Q’ana y Ajal Puj tenían como tarea hinchar a los hombres, hacer brotar pus de las piernas y poner amarilla la cara.
Ch’amiya Jolom y Ch’amiya Baq eran los alguaciles de Xibalba y ostentaban como señal de su cargo una vara de hueso; su ocupación consistía en adelgazar a la gente, hasta que no quedaba de ella más que huesos.
Ajal Mes y Ajal Toq’ob tenían como oficio encontrarse con la gente de repente y provocarles enemistad.
Por último, estaban Xik y Patan, quienes eran los responsables de causar la muerte a los que andaban por los caminos. Muerte súbita, se denomina. Llegaba la sangre a sus bocas y morían vomitando sangre[1].

Ellos eran conocidos como los Señores de Xibalba. El inframundo maya no tenía un carácter de castigo o de un fin, sino de un lugar de paso, por donde todos tenemos que pasar, ya sea la muerte o la enfermedad. Algunos autores rescatan el valor de la muerte, no como un fin sino como un renacimiento, pero sin memoria, en un ser totalmente nuevo. Otros autores sostienen que era un paso de transformación. Este caso lo narran los héroes gemelos en el Popol Wuj, Jun Ajpu e Xbalamque quienes para derrotar a los Señores de Xibalba piden ser destruidos en el fuego, son arrojados al río, se transforman en peces y regresan como dos ancianos magos, para derrotar a los habitantes de Xibalba. En ninguno de los casos es una reencarnación.  

El inframundo también está relacionado con las aguas, en el caso de los cenotes, las cuevas inundadas. Se relacionan con la caída de agua dentro de las cuevas, que hacen el sonido del juego de pelota maya, conocido como Pok ta Pok, eso que tanto molestó a los Señores de Xibalbá. “¿Quiénes son esos que juegan sobre nuestras cabezas?”, dirían en el relato.

Míctlan, Xibalbá, Nith y Hel engloban un solo concepto: el del mundo subterráneo, el submundo, el mundo inferior, el infierno (del latín: ínferus, inferior, de abajo) 'el cual corresponde al tercer plano mitológico del universo primitivo indígena: el reino de los muertos, la región de las sombras, de idéntica división en otras culturas ultramarimas[2].



La cura a las enfermedades

El día Kame, al contrario de lo que se puede pensar, no es un día dedicado a la muerte como un fin, es un día de transición, de pasar de un estado al otro, de pasar del día a la noche. Esto le da un carácter natural y no de tragedia. También es un día para comunicarse con los abuelos, consultar.

Kame es lo único seguro, todos nacemos y lo único certero es que algún día volveremos al origen. La muerte para el Pueblo Maya es una energía benéfica, diferente a la visión de otras culturas. La dimensión de los muertos es donde moran los antepasados[3].

El contacto con los abuelos en estos días es importante, porque son los que ya recorrieron el camino de la vida y del inframundo. Este día también sirve para sanar, porque sanar es volver a vivir (amanecer) y enfermarse es como morir parcialmente (anochecer). Los relatos mayas cuentan que los héroes gemelos del Popol Wuj bajaron al inframundo para jugar en contra de los Señores de Xibalba, entraron la oscuridad de las cavernas (algo similar a enfermarse). Tuvieron encuentros constantes con los sus habitantes (la lucha contra las enfermedades). Al vencer a los Señores de Xibalba salen de las cuevas victoriosos (similar a lo sucede cuando se sana de una enfermedad). El ciclo de la vida de la que hablan los relatos mesoamericanos hace un círculo.

Para el pensamiento occidental, que se basa en la cuenta del tiempo aristotélico todo relato, historia o vida tiene un principio, un nudo y un desenlace. En el pensamiento cosmogónico de los pueblos mesoamericanos la historia se cuenta de manera circular. Todo comienza y vuelve a su inicio, otra vez.

(Kame es un día propicio para) cerrar ciclos, en especial los negativos. Terminar con relaciones amorosas que están agotadas, también para finalizar sociedades que no funcionan. Día para retirar todo aquello que nos hace daño y construir un buen destino[4].
Todo es una forma de sanar, de morir y volver de la muerte, del inframundo.

Las entradas al inframundo

Dentro de las culturas mesoamericanas, la muerte es un estado, otra forma del ser, que se trasporta a lo que podemos considerar como otra dimensión. Todo tiene un recorrido que los viajantes, si es que se le puede llamar así, para llegar las dimensiones superiores o diferentes.

Mitológicamente el recorrido se desenvolvía de esta manera:
1 1.       Paso a través del río que corre precipitadamente entre barrancos.
2.       Río que corre entre jícaros espinosos.
3.       Paso a través de un Río de Sangre.
4.       Paso a través de un río de agua solamente.
5.       Paso de otro río de podre (sic) podredumbre.
6.       La 'encrucijada de los cuatro caminos: negro, blanco, rojo y (verde) amarillo.
7.       La sala del consejo de los Señores donde existe un banco de piedra ardiente.

Vienen en seguida las casas de castigo de Xibalbá:
1.       La Casa Oscura, llena de tinieblas.
2.       La Casa de las Navajas.
3.       La Casa del Frío, llena de granizo.
4.       La Casa de los Tigres o Jaguares.
5.       La Casa de los Murciélagos[5].

En el caso de la cultura mexica, el paso es similar según cuenta Bernardino de Sahagún, en el Códice Florentino.

Sahagún nos dice que duraba cuatro años antes de pasar a las estancias definitivas. El mismo franciscano nos indica las peripecias del viaje de la siguiente manera: para iniciar el camino los deudos le humedecían la cabeza al cadáver y le daban un jarro con agua, pues tenía:

1    Que atravesar en medio de dos Sierras que están encontrándose una con la otra.
2.       Pasar el camino por donde está una culebra guardándolo.
3.       Pasar por donde está la lagartija verde llamada Xo· chitónal.
4.       Atravesar ocho páramos.
5.       Atravesar ocho collados.
6.       Cruzar por donde el viento frío corta como navajas.
7.       Atravesar a lomo de un perro el Río Chiconahuapan.
8.       Presentar sus ofrendas a Mictlantecuhtli y
9.       Alcanzar, después de cuatro años, los Nueve Infiernos: Chicunaumíctlan.[6]
El cronista lo que indica es que siempre se preparaban para un viaje, al cuidado de pasar diversas pruebas y acompañado de un perro, que en muchos casos era enterrado junto al difunto. En excavaciones se han encontrado artefactos útiles, con los que se enterraban a los muertos, muchas veces para que estas fueran usadas por viajante. En otras excavaciones se hallaron cuencos de jade o piedras verdes en la cavidad bucal.

Esto lo explica la académica Laura Filloy: Fuera de las clases dominante el jade no era muy usado, pero sí otro tipo de piedras verdes. Su valor no es por ser jade, sino por ser verde. Se consideraba que las piedras de este color contenían agua y atraían la fertilidad. En los ritos funerarios eran fundamentales las de ese color. Se han encontrado cuencos de piedras verdes o jade en la cavidad bucal de los fallecidos[7].

Entonces, las entradas al inframundo son las cuevas. Para el mundo maya esas entradas estaban en los hormigueros, entonces este animalito era un comunicante entre el mundo y el inframundo. Existen otros anunciadores del inframundo. Los señores de Xibalbá usan a los tecolotes para comunicar, los anunciadores de la muerte. Aún en las comunidades rurales saben que el ulular de esta ave es de mal agüero.

Los Señores del Míctlan tenían como mensajeros al tecolote y la lechuza, ambos considerados como aves de pésimo agüero para los enfermos graves pues les presagiaban la muerte. Algunos códices ilustran el tema con reproducciones del templo de Mictlantecuhtli, en cuyo sitio principal está entronizado un tecolote. (…) Por lo que respecta a Xibalbá tenía además de cuatro mensajeros buhos una especie de espía u observador de la conducta de los hombres: Voc, el gavilán, los otros eran enviados y custodios que conducían a los vivientes ante el Consejo, signándoseles: "Consejeros de los varones", sus nombres eran: Chabi Tukur: Buho Flecha, rápido como un venablo, Huraean Tukur: Buho gigante, de enorme tamaño, Cakix Tukur: Buho Guacamayo, con el dorso de fuego, y Holom Tukur: Buho Cabeza, solamente tenía cabeza y alas[8].

La función de las energías

Kame, los señores del Xibalba, mantienen una conexión con los seres humanos, porque no son deidades de carácter vertical. Tienen posiciones horizontales en el universo. Eso quiere decir que a ellos no se le ve como superiores absolutos sino como pares de otra dimensión. Por eso que, en las invocaciones o ceremonias mayas con el fuego sagrado en las cavernas se les habla como quien conversa con confianza, alegría o reproche. Sí, a las deidades mayas también se le habla con reproche si no cumplen. En los rituales que se ofician con la deidad maya Rilaj Mam (Gran Abuelo), sus nietos llegan hasta su cofradía y agradecen o reprochan en su idioma local.

Por eso las energías son importantes, conocer el calendario para conocer cuál es la que rige diariamente para conectar con las deidades. En el caso de los muertos, ellos retornan, hablan, como en el Día de Muertos que regresan a visitar a los terrestres.

En Guatemala, ese eterno retorno se mantiene mientras exista alguien que los recuerde, al igual que dicta el resto de la tradición mesoamericana. Guatemala tiene la conexión con sus muertos el Día de todos los Santos, 1 de noviembre, en el que las familias adornan con Flor de muerto (cempasúchil) las entradas de las casas para que los difuntos encuentren el camino. Ellos regresan el 1 de noviembre y retornan el 2. 

La cultura mesoamericana tiene esa conexión, no con el más allá, sino con los abuelos que se adelantaron en el viaje, en esos migrantes dimensionales que seguramente nos recibirán y acompañarán en ese viaje. Qué mejor que hacer ese viaje eterno de la mano de nuestros abuelos, con quienes nos reencontraremos, al partir de este mundo.


[1] Luis Enrique Sam Colop, Popol Wuj 2009, Editorial Cholsamaj.
[2] Vicente T. Mendoza, Estudio de la Cultura Náhuatl. El plano o mundo inferior, Mictlán, Xibalbá, Nith Hel.
[3] Carlos Barrios, Ch’umilal Wuj, Libro del destino, 2013.
[4] Carlos Barrios, Ch’umilal Wuj, Libro del destino, 2013
[5] Vicente T. Mendoza, Estudio de la Cultura Náhuatl. El plano o mundo inferior, Mictlán, Xibalbá, Nith Hel.
 [6] Vicente T. Mendoza, Estudio de la Cultura Náhuatl. El plano o mundo inferior, Mictlán, Xibalbá, Nith Hel
[7] Laura Filloy. Entrevista: Experta explica el valor del jade en el mundo maya
 Prensa Libre, 2015. www.prensalibre.com/vida/escenario/experta-explica-el-valor-del-jade-en-el-mundo-maya
[8] Vicente T. Mendoza, Estudio de la Cultura Náhuatl. El plano o mundo inferior, Mictlán, Xibalbá, Nith Hel.

Comentarios

Koan Resuelto dijo…
Ah, así que esa es la referencia de los perros y el río. Lo escuché de niño pero luego no pude corroborarla en ninguna parte. Gracias Angel. :)
Angel Elías dijo…
De nada, gracias por la lectura y el comentario.
Wilson Alejandro Chacón Xajil dijo…
Buena lectura Profe, próspero año nuevo y esperamos más artículos!!!!
Angel Elías dijo…
Saludos Wilson, me alegra que te haya gustado. Excelentes fiestas y para la próxima. Gracias por la lectura

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