De la mañana, a los años. Todo tiene un comienzo. Luego somos polvo en el futuro. Un cúmulo en el todo. Y todo aparte. En la mañana un buen día y algunos abrazos. En la noche las sonrisas acumuladas del día. Todos somos esos recuerdos que cabalgan al anochecer. ¿Quiénes son ellos? Los mismos que hace un año no existían. Y que probablemente ya sean parte de la colección de huesos y alma. Todo es tiempo. Ese correr dialéctico de pensamientos que casi no acaban, que no son comprensibles, más allá del sentimiento.
Y todos aparecen este día. Con regalos y algunas sonrisas. Nada puede reconfortar más que la luna en el día y el sol antes de terminar el café de la mañana. Son todos esos días que lentamente se acumulan en párpados cansados y ganas de vivir y cantar.
Todos pretenden olvidar en este mundo de incomprensiones. Algunos lo hacen, otros pese al esfuerzo sienten la necesidad de decir buenos días y otros, hasta feliz cumpleaños.
Y es un día más, de encantos y decepciones. De tormentas y repiques de campana frente a la casa. Es un día como tanto, pero distinto. Porque tiene colores muy nuestros, ahora muy míos. Y ese brindis a media tarde me recuerda que los bancos cierran a la misma hora, que la gente sigue muriendo de hambre, que un niño muere consecuencia de una mina en este momento. Y me siento culpable. Por la fastidiosa necesidad de sentirme e irme.
También los árboles dan frutos, también los bomberos rescatan gatos de los postes de luz. Y son 9495 días continuos en papel crepé y china. De pegamento y brillantina. De vidrios y un poco de polvo. En un carrete que poco entendemos, que no puede ser revelado. Hoy, a muchos años del comienzo del mundo y a otros muchos de su fin, me quedaré en el camino. Me soterraré lentamente bajo rollos de papel y tinta. Ya que sabemos que es lo último que haremos. Lo último que seremos. Eso somos una gota de tinta en un diccionario. La amorformidad de todo nos envuelve en días como estos. Días de radio, días de tele, días de todo lo que tenga que ver con imágenes y felicidad. Y a los años, voltearemos y conoceremos que no hay nada, o que lo tenemos todo y no sabíamos. Pero sabremos que con cada cumpleaños, con cada paso en falso o en firme siempre es un paso.
Es un cumpleaños, día de todos, día cualquiera que puede ser especial y que de alguna manera marca aquello que pensamos importante. Quien nos busca, quien nos llama, quien nos dice feliz cumpleaños. Casi todos los años son diferentes rostros que lo dicen. Que lo piensan que lo expresan, que lo sienten.
Y ese puede que sea el secreto de la vida. Emocionarnos con los nuevos rostros. Que hasta hace apenas un ciclo no conocíamos. Y que ahora es importante. ¿El futuro? Ya poco importa porque no ha llegado y es probable que nunca lo alcancemos.
Hoy todos dicen feliz cumpleaños, por lo menos este año estoy seguro que lo dicen aquellos a quienes realmente le importa.
Ángel Elías
Comentarios
Exilio o elixir? Pinches remordimientos de conciencia, a veces pienso que es producto de nuestra "educación cristiana" ¡Quién sabe! Ya no importa.
Lo importante mi estimado como bien lo dice es el HOY y todas las coincidencias que acontecen en el HOY, un cumpleaños por ejemplo. Que pudo ser cualquier otro HOY.
Un abrazo!
nada lo puede evitar...
Todo sera por elejir a la musa que mejor le parezca el destino lo dira...