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Mostrando las entradas de marzo, 2010

Lectura para días calurosos

Para aquella noche ya había despertado sudado. Con la mente agitada y la respiración sin control. La había soñado una vez más. No entendía como después de tantos años la volvía a soñar. Sus labios, su cabello suelto, su olor… su forma tan peculiar de reírse. Desde su separación, jamás la tenía en sueños. Enciende la luz y ve que todo sigue igual, un auto pasa por la ventana que da a la calle y por un momento dibuja la silueta de su limonar en la pared de la casa. Pero nunca la había soñado (que los nuncas se llegan) y ya eran casi hace veinte años. Ya él tenía una casa, una esposa que duerme a su lado, una hija adorable que tiene agujeritos en las mejillas cuando sonríe. ¿La última vez que la vio? En el parque que queda cerca de la casa donde se conocieron. Una casa donde ambos llegaban a recibir clases de cocina. Ambos amaban la cocina. Se conocieron, se rieron, se amaron rápidamente. Pero ¿Por qué la recuerda ahora? ¿Por qué los recuerdos se agolpan cuando duerme junto a su esp

Y se hizo la Luz…

En aquellos días corría fuego por los ríos y los árboles daban cardos. La gente no moría y tenía años de sufrir enfermedades. Parecía que Dios se había olvidado de ellos. Ya habían estado años en el desierto de un país que no recuerdan. Pero sí recuerdan los callos en sus pies y la mala comida. Además de aquello lugares que maldijeron porque al cavarlos en busca de agua solo encontraban un liquido negro pastoso que con el fuego explotaba. Pero les reconfortaba la promesa de llegar a un lugar mejor. Donde todas sus penas estarían por fin colmadas. Con el correr del tiempo, de los años, aquel hombre designado para llevar los destinos del pueblo se sentía confundido. Ya había pasado tiempo desde que saliendo de su casa una voz le dijo: Elegido. Y abandonó su casa, su esposa y se casó con la causa. Su desconcierto era no conocer el futuro. Aquel indómito destino que siempre le sorprendía. Como la vez que aves cayeron sobre el pueblo y los alimentaron por un día. O como la vez que ll

Decepciones

Así puede ser la vida, varias decepciones a la vez. Son aquellas cosas en las que se confía y luego simplemente se desvanecen. Eso lo entendemos con el tiempo. A veces la vida parece una seguidilla de amarguras y desencantos. ¿Provocados? ¿Inducidos? ¿Fortuitos? Quién sabe. Cuando las vemos, ya se encuentran allí. En esta vida nos desencantamos, nos desengañamos del mundo. Origen de esta antología. Las decepciones pueden venir de cualquier lado y del lugar donde menos se lo espera uno. ¿Qué nos queda? Enfrentar ese momento con gallardía. ¡Pamplinas! Nada nos prepara al caer lentamente en ese abismo. Y es una caída continua, a veces sin retorno, otras veces profunda. Nunca salimos incólumes de ella. Salimos lastimados, porque es una caída larga y extendida. Pero ¿Qué nos queda? Caer. Es inevitable. En la vida tendremos muchas caídas. Tendremos que levantarnos, con raspaduras y todo. En este caso nos levantaremos para volver a confiar. ¿Otra vez en la vida? Para nosotros los in

Frustración Nacional

Nuestros sueños son inconclusos en este país. Guatemala (su sociedad) es experta en exponer nuestros miedos más profundos. Por ello somos una sociedad frustrada y castrada de sueños. Estamos gobernados por personas incompetentes. Estamos sumergidos en un subdesarrollo casi infranqueable en uno de los países más ricos y diverso del mundo. Es frustrante saber que morimos en el todo. Que estamos amarrados a la idea que todo mejorará, cuando sabemos que no será así. Nuestra frustración se da a todo nivel. En el tránsito, en el gobierno, en la cultura, en el arte, en nuestra vida personal. El origen de esas frustraciones debe encontrarse en una parte de nuestra historia. Fuimos un pueblo golpeado y olvidado. Y lo seguimos siendo. Un punto raro en una Latinoamérica olvidada. Y seguimos con ese patrón. Nuestros sueños son escasos, raquíticos y pequeños. Por ello tenemos países pequeños, dijo Monteforte Toledo. Y seremos pequeños mientras no cambiemos las cosas. Mientras esta frustración n

Apofonía VI

--> Cielo : Cada uno de nosotros tiene un escape. Los sueños se saltan las bardas de vez en cuando y cuentan ovejas en un gran pizarrón azul. Lectura: Dama misteriosa que con sus encantos atrae a lectores ingenuos. Los atrapa, los seduce y por último los deja perdidamente enamorados de ella. Fotografía: es un suspiro detenido en el tiempo. Una gota que lentamente se posa en el vacío, que se suspende, que sonríe. Una fotografía nos embriaga y nos paraliza. Añoranza: Nadie añora más que el recuerdo. Busca a su compañera de fórmula, que le recuerda lo frágil que es. El recuerdo se mantiene vigilante, espera. Y a los años se mantiene de la mano de su damisela que no olvida. Lluvia: es un compás sincronizado de sonidos y movimientos. Por un lado, son esas bailarinas que practican en caída libre, sin música, pero con corazón. Luna: Luna de lino, elimina la linterna, las lámparas, limpia los halos luminiscentes. La Elena, se le lava la luz que la llama, la log

Acá en algún lado

¿Que nos queda? Pensar que las cosas tienen remedio. Las tendrán. Por ratos salgo a la calle y me topo con una manifestación de maestros quemando llantas y peleando con autobuseros, pasajeros que llegan por enésima vez tarde al trabajo. En mi trabajo ya maté a todas mis abuelas, dice un piloto atrapado en el denso tránsito de una ciudad gris. Poco amigable. Unos policías pasan cerca del lugar para verificar el orden de la manifestación. Regresan a la subestación seguros de que todo está en orden. Maestros en la calle, niños en la casa viendo los Teletubies, pilotos al borde de la histeria, reza el informe policial. Mientras en la televisión, el jefe de la policía es acusado por involucrarse al narco. No tiene pruebas, piensa. He salido de peores situaciones. La noticia es un reguero de pólvora. La ven en todas las tiendas que dicen que al azúcar se escasea, que se vendará medida. Pesadilla de los Neoliberales. Un tipo remoja su champurrada dentro de una bodega llena de azúcar, su jefe