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Mostrando las entradas de mayo, 2010

Jueves de Ceniza

Hace algunos años tuve una novia (ella era muy sentimental) y antes de llorar me decia.... -Angel, tengo algo en los ojos... ahora sé que es arena. Ángel Elías

Textos Zip XVIII

--> Esa tarde entraste con tu sonrisa, la que recuerdo. Te sentaste, te acomodaste el cabello, pediste el té frío (el que compartimos). Y esperas. El reloj avanza. Todo avanza. Tú avanzas. Yo del otro lado de aquel lugar. Donde no me ves. Donde nadie me ve. Todos pasan. Quitan las sillas de mi mesa. ¿Esta ocupada?, llévesela, no espero a nadie. El reloj se acelera y todo pasa. Nada se mantiene. Solo recuerdos. Del mismo lugar, del mismo té, del mismo olor. Un año antes son muchos días acumulados en el calendario. ******** ¿Sabes? Te extraño como se extrañan los atardeceres. Inexplicablemente te enamoras de alguno y lo recuerdas de por vida. ******* Ese amor fue descrito desde tiempos bíblicos. Creado de un edén lleno de frutos, que proporcionaban la felicidad. Prohibido en algunos casos. ¿Por qué buscamos ese fruto prohibido a riesgo de salir de ese nirvana? Luego, el destierro. El conseguir la felicidad con el sudor de tu frente. El primer homicidio, la

La niña del traje celeste

No recuerdo quien fue la primera niña que me gustó. Sin embargo, lo que sí recuerdo es que llevaba un traje blanco con celeste. A los años, yo tendría como cuatro años. La verdad me he esforzado por recordar quién era esa niña. Si una vecina o una amiga. La hija del panadero o de la mejor amiga de la familia. No lo recuerdo. Ella nunca supo que a través de los años todavía la recuerdo, pero solo por su traje y que para mis escasos años era la mujer más linda y dulce que haya visto. Pasó con una señora de la mano y ni siquiera me volteó, creo que fue lo mejor ya que de lo contrario no hubiera podido guardar el recuerdo tanto tiempo. Después de ella, las luminarias en mi vida han pasado, han sido intensas y se han desvanecido. Es lo que toca en la vida. Ver como cada persona pasa con nosotros y esperar tontamente que no parta. Pero sucede todo lo contrario. Al igual que la niña del recuerdo, en mi vida han desfilado las musas y se han ido cuando yo me les encariño. Todo pasa, t

La historia que no acaba…

¿Por qué hasta ahora escribo esto? Creo que las circunstancias lo ameritan. Por un lado está el sentimiento encontrado y por otro los grandes recuerdos. ¿Qué somos nosotros sin ese hálito de vida? ¿Quiénes podríamos ser en esta historia sin esa persona que constantemente la escribe? Es claro por supuesto, que se dice hasta la saciedad que tiene su importancia. Pero ¿En realidad hemos reflexionado sobre la verdadera importancia de nuestra historia sin la omnipresencia de su ser? Mis inicios en los libros fueron gracias a mi madre. Me enseñó ese gran hábito de la lectura. La habilidad truncada por dibujar… y me enseñó escribir cuentos en la memoria antes de que supiera las vocales. Sus regalos siempre fueron libros. Sus cuentos siempre fueron nocturnos e inventados. Ella tiene la fabulosa facilidad de inventar las historias. Reinventar la vida diría yo. Contó una historia en particular 365 veces. Cada una de ellas de una manera distinta. Puede que este exagerando… pero qué niño n

Confío en ti, en vos, en usted, en ellos

En la película Manhattan Mariel Hemingway clausura la última escena con esta frase junto a Woody Allen: "Tienes que tener un poco de fe en la gente". Y en efecto, nosotros como humanos nos cuesta confiar en otra gente. Porque creemos que los demás no saben lo que hacen y que lo correcto es lo que nos conviene. Sin embargo, en el fondo todos sabemos lo que hacemos, por muy ilógico que parezca en un principio las cosas, tienen una lógica muy nuestra. Perdemos la confianza en que la gente puede saber que es lo que hace. Porque es muy pequeño, porque es muy grande, porque es mujer, porque es hombre, encontramos esos puntos medulares a nuestras excusas para justificar nuestra falta de confianza. Y ¿si en realidad esa otra persona sabe lo que está haciendo y nosotros somos los equivocados? La necesidad de no equivocarnos nos hace pensar que todos están por el camino erróneo. Y claro al igual que Mariel pedimos un poco de confianza. Aunque no entiendan o no entendamos que