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Mostrando las entradas de diciembre, 2013

Blues de nochebuena

No lo vi justo, se me partió el alma verte llorar esa tarde en la sala de la casa, cuando nos dijimos adiós, como esas personas que inevitablemente se separan. ¿Qué más podemos decir ante la adversidad? ¿Qué nos queda de futuro? ¿Qué buscamos entre los escombros? Yo lloré, después, dentro del auto, mientras manejaba de regreso entre la cortina de humo de nochebuena, mientras todos los pequeños quemaban cohetillos por las calles que me parecían eternas. El bulevar que separaba tus sueños de los míos era un lugar para acelerar nuestras penas, para alejarnos uno de otro. Esa nochebuena ambos lloramos por momentos separados, a lo mejor antes de las campanadas de navidad o después, a lo mejor en el desayuno o en la cena de pavo, pero lloramos como cuando no encontramos respuestas a nuestros males,   a nuestros cánceres formados de miedos e incertidumbres. Ambos nos separamos en nochebuena, como presagio a lo que se venía; noches con menos de nosotros. Allí partí la