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Mostrando las entradas de diciembre, 2007

El último regalo de Fin de año

Los regalos son así. Un momento de sorpresa motivado por algo inesperado, pero que en el fondo se deseaba. Mi regalo de fin de año se da en menos de media hora, se entrega en menos de veinticuatro y permanece para todo el año. Una amiga regresó de su ausencia y compartimos un café. Me recuerda las noches de espera por aquel carrito o tractorcito que estaba envuelto en papel multicolor. Tiempo después fue la entrega de un libro por parte de cualquier familiar, con ganas de alimentar su curiosidad por enterarse si en realidad me gustaba la lectura. De alguna manera, los regalos son dádivas que se entregan esperando quedar bien. En la actualidad los regalos se dan tratando de llenar un espacio dentro de un alma convulsa del consumismo. No he perdido la fe en los regalos, ni mucho menos en la intencionalidad de ellos, pero a veces creo que muchos regalos son comprometidos con la época o en el peor de los casos como una respuesta al caos interno promovido por una espora llamada culpa. Sin e

El año agoniza

Cuando agoniza el año pareciera que una parte de nosotros agoniza con él. Por ello nos aferramos a éste. El año simplemente se va como vino. De un día para otro. No comprendemos que es parte del destino. Una forma práctica de desatarse de él. Con el fin de año todos hablan de éste. Se ponen melancólicos y añoran los meses que han pasado. En realidad se añoran esos meses, o solo lo que significaron. Es claro que esa significancia es lo que más pesa. Porque somos seres de recuerdos. Nos formamos por ellos y nos aventamos sobre ellos. Entonces el año, con su terminación no es tan significativo, por que a la larga es una fecha, que contiene un significante extra. Un accesorio. En esta época del año todos escriben sobre su fin. Como quien despide un amigo. Algunos como quien se despide en la muerte. Válido si el mundo se destruyera después del 31 de diciembre. Aunque ese fenómeno cataclísmico, es muy poco probable, sí siento un poco melodramático eso de las fechas. Después del 31 de diciemb

Fiestas de fin de año

Cada diciembre el fenómeno de la nostalgia ataca parejo, así como la de la gripe. O todos andan resfriados o todos andan deprimidos. Debe ser por el ambiente. El viento gélido de estas fechas como que nos vuelve más vulnerables, más sensibles. Entonces medio mundo anda con los mocos a medio caer. Sumergido en un sin fin de convivios, fiestas, tragos, compras y lucecitas de colores. En el cual se sumerge lentamente, como cuando se entra a una piscina. Pero deja la cabeza afuera para no ahogarse. El guatemalteco es un poco nostálgico. Muy dado a recordar y a llevar pollo al aeropuerto. Por ello estas fiestas le pegan duro. Entre tanta bulla se pone triste. Por disparatado que parezca, la bulla y el relajo le hacen recordar más a sus seres queridos. En estas fiestas de fin de año, se aprovecha para llorar lo que no se lloró en el año. Y se aprovecha a abrazar a quien no se abrazó en todo el año. Se aprovecha a tomar ponchecito caliente y a correr con los patojos en la calle. A visitar a l

Visita a la cuna de Volcanes

No hay nada como refugiarse en la cuna de volcanes de vez en cuando. Pasé un par de días en San Pedro la Laguna, Sololá, donde un amigo tiene una un programa de radio. Tuve el honor de ser entrevistado por el por Radio San Pedro. San Pedro tiene la característica de atrapar a quién se pasea por sus calles. A decir verdad, tengo muy buenos recuerdos del lugar. Ahora que regresé me encontré con mi entrañable amigo Pedro Chavajay, artista plástico y poeta. Quién fue mi anfitrión. Pedro es un artista plástico que trabaja por el desarrollo cultural de su municipio, San Pedro La Laguna. Preocupado por la cultura, junto con otros compañeros artistas montó un festival llamado Chi-yá, donde convergían un sinnúmero de artistas de toda Guatemala. Luego de ello, han venido trabajando por despertar la sensibilidad artística en el municipio. Para Chavajay, la importancia de hacer un sinfín de actividades surge de la urgencia de sensibilizar a la sociedad. Y según sus palabras, acercar la poesía a la

Picuegallo VIII

Condonación Tiempo para dar nuestras disculpas y tiempo para reconciliarnos con nuestros seres queridos. Ciertamente estas fechas se prestan para sentir queridos a nuestros allegados. De alguna manera, sentimos que cuando el año acaba, nuestra vida acaba también. Y muchas veces los amigos se alejan y nos recordamos de ellos, aunque estén ausentes, pero esto no significa que no nos pensemos en ellos. Un significado especial si se trata de personas únicas. Y no pesa, en lo absoluto, darles nuestras disculpas. Por todo lo que no hicimos o realizamos en demasía. Pensado que así la vida se vuelve menos pesada. Siempre pensamos en lo mismo por estas fechas. Un beso o un abrazo pueden ayudar a sanear tanta culpa reprimida. Pero, estamos a tiempo. De extender la mano y de bridar un abrazo. De sentir la calidez de la voz. Y de concebir un momento en el que el universo se detiene en un momento especial con esa mujer espacial. Capturadora de centellas. Y sonrisas mordaces. Si usted, estimado lect

Picuegallo VII

Llega diciembre con sus cohetillos y su olor ponche caliente. Por alguna razón no me gustan estos primeros días. Tienen un frío congelante, al cual no estoy acostumbrado. La gente se pone un poco pastosa con eso de los regalos y las celebraciones. Todos piensan en convivios y fiestas, como si la vida se les fuera a acabar. Hay un ambiente distinto, un poco triste pero maquilladamente festivo. Sus días son muy azules y sus cielos demasiado despejados. Dándole una inmensidad que asusta. Esto sucede con los primeros días de este mes que no me es de mi total agrado. Luego, con el paso de los días como que esa espiral de emociones me absorbe y termino regalando abrazos a cualquiera. ********** Este mes no quiero pelear con nadie. Simplemente lo quiero vivir. No importa si el país se va al despeñadero, como siempre, porque estoy feliz, o por lo menos quiero estarlo. Puede pasar cualquier cosa. Pueden los diputados, recetarse un aumento e indemnización, que pasará desapercibido para mí. La g