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Mostrando las entradas de marzo, 2016

Mario Payeras y su latitud de la flor y el granizo

La latitud de la flor y el granizo,  del escritor guatemalteco Mario Payeras (Chimaltenango, Guatemala, 1945-1995), es una joya literaria que invita a reflexionar sobre uno de los problemas más graves que enfrenta el planeta, el cambio climático. Este documento, que fue escrito en la década de 1980, hace un análisis sobre las consecuencias del impacto que el ser humano tiene en la Tierra. “Es urgente, en efecto, parar la obra de la sierra mecánica que en el silencio de la selva hace caer al cedro en flor”, explica el autor.   Con una prosa limpia y poética Payeras hace un llamado a cuidar la fauna y flora guatemalteca. Además explica  la influencia de la época industrial en la naturaleza. “Con la imaginación de poeta nos hace amar  Guatemala y con la rigurosidad de un científico explica todos los fenómenos sociales y naturales”, dice el prólogo.   El libro no solo es una llamada de alerta.  Sus páginas son un recorrido cultural y ecológico por el país que describe con fluidez

La legendaria Huelga de dolores

Hace unas semanas una amiga comentaba sobre la picardía y la perspicacia de la huelga de todos los dolores de la Usac, ciertamente me resumí a decir que una serie de chistes absurdos que se basan en vocabularios soez y chusco, no puede catalogarse como humor.  Y claro, alguna vez la huelga de dolores tuvo su momento de gloria, pero desde hace algunos   años esta se ha perdido en la mayoría de presentaciones; ya que se resume a una serie de chistes de mal gusto, llenos de estereotipos y exageraciones un humor extraño, por no decir mal gusto. Claro, no es así todo, pero pareciera. La huelga de dolores nació en plena dictadura del presidente Estrada Cabrera, en la que participaron personalidades como Miguel Ángel Asturias y fueron la voz que se alzaban en defensa del pueblo, algo que ahora dudo que suceda. En la actualidad, esa misión se ha vuelto un desfile que tiene la facultad de fomentar estereotipos y trabas mentales en el guatemalteco. ¿Qué no? ¿Qué, soy un

Sabina en carretera

Yo no quiero domingos por la tarde; Yo no quiero columpio en el jardín; Lo que yo quiero, corazón cobarde, Es que mueras por mí.  (Contigo, Joaquín Sabina) Aquella noche escuchamos a Joaquín Sabina y lo cantamos en el carro mientras la lluvia nos cobijaba en la carretera, era de noche, siempre es de noche para nuestros mejores recuerdos. ¿De dónde volvíamos?   Un poco más allá de los sueños.  Horas antes nos detuvimos por comer mazorcas, para cuidar canciones, para correr en el camino de piedra y sol. Fuimos hasta donde quisiste, hasta donde nuestras ganas de vivir nos llevaron, allí donde quisimos conciliar la expectativa de nuestras vidas. Todo puede pasar en una tarde que termina con un té tibio en tu casa. Es cierto el regreso fue una aventura, lluvia, niebla y un poco de ganas para detenernos a mitad del camino para oler la tierra húmeda. ¿Recuerdas qué platicamos en el camino? ¿Recuerdas aquella discusión que -para bien- terminó en un beso de bu