
Nuestros sueños son inconclusos en este país. Guatemala (su sociedad) es experta en exponer nuestros miedos más profundos. Por ello somos una sociedad frustrada y castrada de sueños. Estamos gobernados por personas incompetentes. Estamos sumergidos en un subdesarrollo casi infranqueable en uno de los países más ricos y diverso del mundo. Es frustrante saber que morimos en el todo. Que estamos amarrados a la idea que todo mejorará, cuando sabemos que no será así.
Nuestra frustración se da a todo nivel. En el tránsito, en el gobierno, en la cultura, en el arte, en nuestra vida personal. El origen de esas frustraciones debe encontrarse en una parte de nuestra historia. Fuimos un pueblo golpeado y olvidado. Y lo seguimos siendo. Un punto raro en una Latinoamérica olvidada. Y seguimos con ese patrón.
Nuestros sueños son escasos, raquíticos y pequeños. Por ello tenemos países pequeños, dijo Monteforte Toledo. Y seremos pequeños mientras no cambiemos las cosas. Mientras esta frustración nacional no se supere. Porque aquellos soñadores se topan con un obstáculo. La apatía nacional. Entonces sobrevivir con sueños en este país es una utopía rara. Donde el soñador es un pobre diablo. Un vagabundo de la vida.
Dónde queda la posibilidad de vivir del arte, por ejemplo. Donde se queda la posibilidad de vivir en un lugar mejor. (Acompáñeme al país de las maravillas) Acérquese. Es momento de vivir en la sicodelia. Es momento de vivir drogado o morir en el intento. Porque en este lugar parece que el remedio es un escape más. Una fuga de uno mismo. Pero luego viene la realidad con todo y sus contrastes. Niños en la calle, burócratas que tiran la comida que les empacha. Vemos ese matiz oscuro y tétrico. Donde la realidad no es más que una mentira inventada. Donde queremos que la realidad no nos golpee. ¿Por qué no se dan vuelta por el corazón de esta ciudad y ve jóvenes inhalar pegamento? Porque nos frustra más. Porque vivimos en una sociedad imperfecta y no lo queremos saber. Porque somos niños bien, somos nosotros y los demás no existen.
No todo es malo. Es cierto, está Atitlán y sus volcanes de basura que caen en él. Esta bien, tenemos Tikal y una discriminación por sus descendientes. Esta bien, tenemos el Caribe guatemalteco y su cultura de fiesta garífuna y allí la diversidad de la cultura, que vemos como algo exótico. Somos una sociedad clasista, conservadora, colonialista y atrasada. ¿Qué tenemos en Guatemala y que no le hayamos echado pestes? Estamos condenados a seguir en la ignominia, a lamernos las heridas y tratar de evitar conocer a Guatemala.
Somos esa sociedad de frustrados de felicidad y queremos que todos nos acompañen. Porque somos egoístas. Porque pensamos tener la razón y pensamos que lo que somos y hemos sido no tiene cura. Somos una sociedad de frustrados y queremos morir siéndolo. En lo personal ya no quiero seguir siéndolo, ni revolcarme en la mediocridad de un sistema mata sueños y esperanzas. ¿Y usted?
Ángel Elías
Comentarios
en este caso pareciera que tememos mucho lo que pueda pasar o no pueda pasar.