Veamos, es un poco difícil escribir sin rumbo. Puedo escribir sobre política, sobre arte, sobre uno que otro amor frustrado, para variar, pero no. Parece que las palabras no fluyen en este fin de semana. Hay muchas cosas de qué conversar, por ejemplo, mi amigo Otto está en Argentina, o despotricar un poco contra el consumismo de estas fechas.
Sin embargo, nada me reconforta, el país está hecho un lío, las autoridades dan la seguridad de un bebé en una cuerda floja y el mundo simplemente esta patas arriba.
Seremos propositivos, pensemos que este es un gran país y que si yo cambio mi mundo cambia y esas cosas new age.
Comencemos... todos sabemos que en este país pasan cosas malas, pero por qué ver ese lunar dentro de lo maravilloso que tiene el mundo. No seamos de esos pesimistas que ven el vaso vacío, veamos el vaso lleno de oportunidades, ya que estamos en el mejor país del mundo. Pasan cosas malas, pero… eso solo le pasan a las gentes que hacen cosas malas. Si yo soy bueno no me pasan cosas malas. Es solo cosa de emitir buena vibra. De enviar las mejores energías y las cosas cambian. En esta navidad regala buenas intensiones y que las cosas malas, que no pasan en este país de la eterna primavera, se alejen y que estas fechas te llenen de energía.
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Hay cosas que no funcionan. Se acaba el gas a media pendiente. El auto se apaga y todos pitan detrás del carro. El cambio. Un sonido extrañamente raro y premonitorio. Los autos no dejarán de pitar por un buen rato.
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Solo hay dos cosas que arreglan este país. Tu sonrisa, ah, y tu sonrisa.
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Es un miedo espantoso ante la hoja en blanco. Que se disipa lentamente cuando se inunda de letras el horizonte. El pánico viene luego, cuando te das cuenta que lo escrito es lo más íntimo que tiene tu mente.
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Es casi navidad, todos lo anuncian, desde los regalos hasta las posadas dicen que se debe estar alegre. Todos lo estamos, unos menos que los otros. Hay distancia entre nuestras palabras y nuestros actos. Ambos lo sabemos y una navidad más, lo callamos.
Ángel Elías
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