En mi niñez jamás me pregunté por mi etnicidad, bueno creo
que pocos niños lo hacen. No fue como un asunto prioritario eso de entender la
cultura y el origen cosmogónico de donde provengo. Mi abuela tenía rituales
indígenas y me curaron en varias ocasiones de mal de ojo, mi abuela paterna
hablaba en kaqchikel y mis padres sabían algunas palabras. A mí, para esa edad
todo me parecía de lo más normal, pensaba que todo funcionaba igual, ¿qué era
yo? Un habitante más, ni menos, ni más.
En la escuela hicieron un censo en el que nos preguntaron sobre nuestro origen
étnico. Levanten la mano los indígenas, dijo la maestra. No supe qué hacer, no
porque me identificara, sino porque nunca me hice esa pregunta, francamente. La
maestra me vio y dijo: indígena.
Ese fue como mi primer encuentro con el querer conocer más
sobre el asunto étnico. Decirse indígena o no, no debe ser como una etiqueta
que lo haga mejor a uno, eso me enseñaron en casa. Crecí con ese concepto hasta
que me despertó la curiosidad de mi origen, de lo que se practicó en casa, de
las creencias ancestrales. Descubrí una maravillosa y basta cultura a la que
pertenecemos como guatemaltecos, no desde el punto de vista folclórico y
paternalista, sino desde el punto de respeto cultural.
Llegar a tratar de entenderse, en una cultura a la que le
han atribuido erróneamente estereotipos,
marcas y ninguneo, es un tanto complicado. ¿Cómo encontrare a sí mismo en una
sociedad racista que trata al indígena como un ser de segunda? Nunca sufrí de
discriminación por mi aspecto, por mis rasgos indígenas, aunque esta sociedad
sí discrimina por cómo se viste. Puedo decir que nunca sufrí del racismo. Eso
me llevó a otras reflexiones, ¿Cuál es el verdadero origen del racismo en
Guatemala? Las causas son innumerables y cansadas de repetir. Somos una
sociedad creada con miedo en el otro y egoísmo etnocéntrico, tememos a que el
otro pueda superarnos. Los ladinos crecieron el miedo al indígena, por sus
condiciones, porque saben que la carga histórica y cultural de culpa y
explotación, algún día se romperá. Pero ya se rompió, existen profesionales,
expertos, investigadores que son indígenas y que se identifican con su origen y
que ocupan puestos importantes, pero no es algo catastrófico para nadie,
simplemente sucede.
Con el tiempo entendí que es importante conocer los orígenes
de uno como persona, como cultura, como identidad, esto para tener un sostén de
identidad y que con el tiempo se logra entender, que eso, no lo hace a
uno menos, ni más.
Ángel Elías
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