Foto: fotolog.com |
En la calle solo hay algunas personas caminando por las
aceras y otras fugazmente se atraviesan por las esquinas. Como escondiéndose de
la vida. El semáforo de rojo se pasa al verde, como un extraño juego en donde
nadie quiere jugar con él. Todo en domingo es raro, como sacado de una película
que corre despacio. La tarde se diluye lentamente por los ventanales del
trabajo, como absorbido por el negro de la noche que amenaza con venir.
Entonces en el reflejo de la ventana pasa uno que otro auto. Bocina con
prudencia en la esquina, para no atrapar algún distraído. Las cosas que uno ve
desde la ventana de este segundo nivel, dos adolescentes agarrados de la mano sonriendo
y compartiendo un helado, un parroquiano protegiéndose del viento, y tomando
valor para cruzar la calle, ¿a qué le temerá si no hay autos? ¿Los ladrones? Ellos están en algún lugar del
mundo, menos en esta calle, en esta instante. Puede que sea el lugar más seguro
del planeta.
******
¿Acaso supimos cuándo volveríamos a ser los mismos? Parece que
nunca, parece que no podemos por un momento prolongado amarnos, ni sentir tu
cabellera en mi pecho, otra vez. Solo tus reproches silenciosos y las
irremediables ganas de hacerte la dormida en la vida. Entonces, ¿Somos los
mismos que nos robamos besos en la noche?, no lo creo, porque estamos
condenamos a la vida eterna del desengaño y las hipótesis. Entonces aquella
canción que bailamos en el parque es solo una melodía que nunca supimos el
nombre, que no sabíamos cómo se bailaba. Algo nos pasó, algo no suena bien en
este blues.
******
Unas líneas son suficientes para destilar. Unas letras para
sangrar un poco.
******
Aquella noche gritó su nombre en las playas de una ciudad
caribeña. Y el mar respondía con un murmullo inentendible, como sabiendo lo
ridículo que se veía.
Ángel Elías
Comentarios