
el ensayo. Nos encontramos a las puertas de la sonada o en este caso asonante, celebración de independencia en Guatemala. Lo peor que se tiene antes de esta celebración del 15 de septiembre es el ensayo de sus desfiles.
Realmente nunca estuve de acuerdo con ese tipo de celebraciones, comenzando por la absurda idea de hacer caminar a estudiantes de todas las edades, bajo el abrazante sol de septiembre, solo para que los adultos los vean. ¿Se ha visto acaso entretenimiento más absurdo? Por otro lado el sonido de los redoblantes y bombos es simplemente fastidioso. Y su ensayo en los colegios e institutos es peor. Cerca de la casa, los chicos se han tomado la molestia de ensayar tarde con tarde. Alterando los nervios y la tranquilidad del bosquecillo cercano. A la casa estos días ya no llegan aves al patio. Actitud que yo también tomaría si pudiera alejarme de tanta contaminación auditiva.
Desafortunadamente el guatemalteco no puede dejar de relacionar las fiestas patrias con los militares y tiene, a fuerza de empujones, que sentir el redoblante en los oídos para sentirse patriota. Como que la milicia y este caso los sonidos de tambores militares tuvieran algo que ver con la nacionalidad. ¿Todavía tenemos ese pensamiento de ver a los militares como los salvadores de la patria?
Ciertamente, pareciera que los desfiles fueran más representativos que la Marimba o la Monja Blanca. En el primero los algunos jóvenes se sienten más identificados con los desfiles que con la marimba. En el segundo los niños han visto y asistido a más desfiles que visto una Monja Blanca.
Entonces, ¿Qué hacemos de nuestra sociedad? Un montón de clones de falsa nacionalidad. Empezando por ese circo al que llaman desfile, que para estos años ha bajado de intensidad militar.
En mi primaria, el desfile era obligatorio. Marchar y mantener el paso. Eso al ritmo de los bombos y redoblantes. Todo por las calles maltrechas y llenas de charcos por la lluvia de la noche anterior. ¿Si eso me hizo más patriota? Pues lo dudo.
La educación en Guatemala adolece de muchas cosas. Y las principales en la formación ciudadana que no se da con un vacío desfile. Ni mucho menos con el sonar de tambores en la calle. ¿Dónde hemos dejado nuestro sentido común? ¿Es que en todos estos años no pudimos darnos cuenta que llevamos el rumbo equivocado? ¿Qué, acaso no nos damos cuenta que vamos directamente a un callejón sin salida y creamos niños sin identidad? Una identidad que, en Guatemala, no llega más allá de cantar el himno nacional en la plaza municipal, frente a su escuálida figura ondeando en lo alto. ¿Debemos exponer así nuestras debilidades, y no darnos cuenta de ello?
En Guatemala se premia la mediocridad, se premia lo inaudito. Se celebra una independencia indefinida. ¿Pero quién se recuerda de la fecha de la fundación de Guatemala como República? O ¿Cómo celebran la Revolución de 44?
Ciertamente estamos de cabeza. Y la educación no da marcha atrás. Y las actividades arcaicas que no han dado resultado las seguimos replicando. ¿Esperamos una Guatemala diferente con más bombos y redoblantes cada año en las calles?
Ángel Elías
Comentarios
Mich: Es paradojico, el uniforme tien cierto atractivo, pero eso por cierta cuota de poder que se aparenta... Tolerancia, diganselo a aquellos que hace que mis paredes tiemblen al compás de bombos.
Te envié el correo, si no escribime a mfvargasb@gmail.com
voy a tenrme que aguamtar las marchas y los bombos todo este mes, sera largo, pero Necesario?