Yo no quiero domingos por la tarde;
Yo no quiero columpio en el jardín;
Lo que yo quiero, corazón cobarde,
Es que mueras por mí.
Yo no quiero columpio en el jardín;
Lo que yo quiero, corazón cobarde,
Es que mueras por mí.
(Contigo, Joaquín Sabina)
Aquella noche escuchamos a Joaquín Sabina y lo cantamos en
el carro mientras la lluvia nos cobijaba en la carretera, era de noche, siempre
es de noche para nuestros mejores recuerdos. ¿De dónde volvíamos? Un poco más allá de los sueños.
Horas antes nos detuvimos por comer mazorcas, para cuidar
canciones, para correr en el camino de piedra y sol. Fuimos hasta donde
quisiste, hasta donde nuestras ganas de vivir nos llevaron, allí donde quisimos
conciliar la expectativa de nuestras vidas. Todo puede pasar en una tarde que
termina con un té tibio en tu casa.
Es cierto el regreso fue una aventura, lluvia, niebla y un
poco de ganas para detenernos a mitad del camino para oler la tierra húmeda.
¿Recuerdas qué platicamos en el camino? ¿Recuerdas aquella discusión que
-para bien- terminó en un beso de buenas noches? Fuimos tan contradictoriamente
espontáneos.
Pero las cosas malas, las que nos encontraron en el camino,
nos llenó de coloquios para tratar de explicarnos las encrucijadas de la vida. “Yo
no quiero saber por qué lo hiciste/ Yo no quiero contigo ni sin ti”, parecía
volverse una especie de himno que nos devolvía los buenos días.
A lo largo de aquella noche, mientras manejaba de regreso a
la ciudad de miles de ojos brillantes, mientras cruzábamos el umbral de lo
fantástico, mientras dormías recostada en el sillón que estrenaste con una
mancha de jugo de papaya, recordaba que no podía haber algo más maravilloso que
cobijarte los sueños, que arrullarte la conciencia, de devolverte un poco
cansada y un poco más feliz.
Entonces me vino a la memoria, como lienzo recién descubierto,
aquella imagen en la que estábamos frente al espejo y cerrabas
lo ojos cuando yo me perdía para oler tu cabello. “Porque el amor cuando no muere mata/ Porque
amores que matan nunca mueren”, aún suena en carretera.
Ángel Elías
Comentarios