Realmente Guatemala tiene un serio problema mental. Pareciera que la mente es una gusanera que se desborda a cada momento. Cultivamos la cultura de la muerte. Con un amigo terapeuta platicábamos el otro día, me decía que sus pacientes habían disminuido drásticamente. Tal vez, le dije, ya la gente en Guatemala está mentalmente sana. En publicaciones de prensa de días posteriores, da cuenta que el 25% de la población tiene problemas en la mollera. Temo decir que creo que hay más gente perturbada de la que imaginamos. ¿Qué tipo de gente aprueba la muerte como solución a la violencia imperante en el país? ¿Qué perturbación mental tienen las personas en esta Guatemala como para creer que matar reos, mareros, y cuanto hijo de vecina se asome arreglará la situación en Guatemala? Hay que estar realmente desesperado para creer que estas cosas acabarán con la violencia en este país. Y es que, aceptando, que este gobierno, es completamente inepto, en materia de seguridad, no creo tampoco que arreglaría esa imagen matando a diestra y siniestra, tal película de miedo barata.

Entonces a esta sociedad no le queda más que rezar. Opción última cuando ya no se tiene esperanza en nada. Y la enfermedad mental se enraíza más. Y hace de este país, un lugar de sonámbulos, desconfiados y apáticos. La esperanza ante un futuro cada vez se hace más difusa. Y se escapa de la realidad, se crean formas de adormilamiento para no ver las circunstancias que constantemente golpea la puerta. Y entonces se camina como atontado, como no queriendo saber lo que sucede. Se regresa a la casa a encerrarse en la novela de la noche o con la cibernovia.
Guatemala agoniza lentamente. Por el desinterés de todos para ella. Por ello esa enfermedad mental es endémica. Y con el tiempo parece tan normal. Porque todos enfermamos, porque nuestros desvaríos se vuelven tan comunes como la violencia, como nuestra indiferencia. Y entonces los fallos en la azotea, esas goteras llenas de murciélagos se vuelven comunes, normales y hasta necesarias.
Nos estamos volviendo una sociedad con serios problemas cerebrales que vamos minimizando y normalizando. Vemos la sangre como un común y no nos indignamos ya con nada. Nos volvemos insensibles. La muerte es esa dama a la que invitamos a comer todos los días. Y eso nos hará un peor país. ¿Se puede? Ya lo estamos logrando.
Ángel Elías
Comentarios
Algo como de adentro hacia afuera...
Saludos...
Koan; Hay que cambiar,,, es cierto, comparto de que hay que cambiarlo todo para que sea diferente... algo obvio no?
Gracias por la visita mis estimados