Uno de mis recuerdos más remotos sobre el deporte es de
segundo primaria. Fui pésimo deportista a ello le agrego mi incapacidad por
hacer amigos. Cosa que en la actualidad no ha cambiado. Mi maestra me llamó
para integrar la selección de futbol de los chiquillos. Fue una mañana un tanto
calurosa, prepararon un terreno atrás de la clase, uno lleno de tierra. Dos
tubos eran las porterías y todos estábamos vestidos con tenis y pantaloncillos
blancos.
Las instrucciones de la maestra eran claras, pateen la pelota
lo más lejos que puedan. Todos los niños corríamos y levantábamos polvo en
aquel lugar. Y la pelota se perdía entre la enredadera de piernas flacas. En algún
momento alguien hizo un gol, seguramente fue algún compañerito que ya no recuerdo,
solo tengo presente que nunca toque pelota alguna, solo fui un espectador dentro
de la cancha. No recuerdo si me sacaron o me mantuvieron. Pero yo saltaba y me
emocionaba viendo correr a los demás niños, como si el partido no fuera conmigo.
A lo mejor me dejaron porque no habían otros niños para jugar ese día, aunque
lo dudo. Seguramente me sacaron por alguien que valiera la pena.
El básquet no fue
tampoco una gran lección en la vida. En grados posteriores los campeonatos de
ese deporte se volvieron más frecuentes. Y para los pocos estudiantes que éramos era una obligación jugar. Aunque por algunos meses logré evadir esa
responsabilidad, llegó el día de entrar a la cancha. Un total fracaso. Tocar la
pelota significaba para mí doblarme un dedo. Mis compañeros se dieron cuenta de
mi poca destreza y solo me metían al partido al inicio y un rato.
Ya en la secundaria, la cosa no mejoró. Había campeonatos de
fut sala y básquet, para ambos fui un fracaso. La primera vez que tuve la
oportunidad de anotar un gol y quede solo frente al portero no pude pegarle y
la pelota salió solitaria por la última línea. Me sacaron del partido. No he
anotado una sola canasta en mi vida, durante un partido oficial, ni un gol en
las mismas circunstancias.
De esa época para acá no practico algún deporte, más que de
manera ocasional y nada formal. El deporte me enseñó la humildad de aceptar lo
incompetente que puede resultar uno para algunas cosas.
Ángel Elías
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Un abrazo, Pedro, Goathe.