Para la fiscal Thelma Aldana estar en el ojo del huracán se
le volvió el día a día.
Luego de filtración de documentos, estos dejaron en
evidencia que las investigaciones pueden llegar más profundo de lo que se
espera. En pocas palabras Juan Carlos Monzón dijo que gracias a la influencia
de la ex vicepresidenta Baldetti consiguió una cita con Aldana para “apachar un
clavo”, que resultó ser una investigación que involucraría a la esposa de
Monzón.
Claro, no es de extrañar que la banda criminal que organizó
el saqueo estatal llamado Partido Patriota tuviera el poder de armar citas en
cualquier oficina estatal. Lo que para muchos les extraña es que Aldana
aceptara tal cita y que según Monzón, en sus declaraciones, esta ofreciera a un
fiscal para ayudarlo (recordemos que la dupla Perez-Baldetti colocó a Aldana,
pese a las objeciones y la mejor trayectoria de Paz y Paz).
Acá hay varios clavos por apachar y no necesariamente el de
Monzón. Aldana aclaró que Monzón pidió que se detuviera esa investigación
contra su esposa y ella le dijo que vería qué se podía hacer. Ella, según sus
declaraciones no detuvo ninguna investigación. Apareció otra versión que dice
que no la detuvo porque no existía tal investigación y Monzón se estaba asustando
con el petate del muerto.
Creo que la fiscal, como cualquier humano pudo cometer algún
error, en un sistema tan corrupto como el guatemalteco y es algo con lo que se
debe lidiar y no sorprenderse, si terminamos con una fiscal con movimientos
extraños. Ahora tiene otro papel, es evidente, pero por bien de la frágil credibilidad
del sistema, es conveniente que se vayan aclarando poco a poco sus oscuros
pasajes.
Hay una ola de apoyo a la fiscal, pero creo eso debe ir más allá, se debe
empezar a creer en las instituciones, fortalecerlas y encontrar el camino para
la construcción de la institucionalidad, se oye utópico, pero así debe ser. Una
persona no puede tener la responsabilidad de limpiar este país, pero una institución
sólida sí.
El oficio de ser fiscal en un país tan corrupto es un arma
de doble filo, pero es un buen reto como país. Ahora es destapar las ollas que aún se
encuentran hirviendo, aunque nos quememos.
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