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Foto tomada de Soy502 |
Claro, Guatemala es un país racista y los chapines lo han
hecho tan normal que ya no se dan cuenta de ello.
Todos hablan del caso de María Chula y se preguntan si el nombre de la
marca es racista, y efectivamente lo es, porque la expresión, como tal, ha sido
usada de manera despectiva contra el mundo indígena tan frecuente como la
palabra indio.
El llamar María y su combinación con chula simplemente es un
término que engloba y quita identidad a las comunidades indígenas y
principalmente a las mujeres. Pero el problema no es el nombre en sí, sino lo
que connota y lo que representa como marca. Llamar María Chula a una empresa
que vende tejidos tradicionales mayas amarra una carga consciente o
inconsciente de racismo que durante años se ha tolerado. Las mujeres indígenas
no son todas “Marías” ni “unas chulas”.
Lo sé, es difícil entenderlo, principalmente para una sociedad que ha crecido con estereotipos y cánceres mentales que ha truncado la capacidad de reflexionar sobre lo que se hace mal. Durante la época colonial se crearon los pueblos de indios que eran poblaciones indígenas separadas del mundo criollo, todo para que pudieran ser controlados. En la actualidad, la segregación se da a través del idioma y la generalización. -María ¿cuánto cuesta eso? -es una expresión que se usa para generalizar a las mujeres indígenas, el cual tiene una carga de racismo.
El llamar “chula” para suavizar la expresión tiene la misma
carga, pero clasista ante la supuesta superioridad de quien compra o de quien
ostenta el poder. La solución es fácil, hay que dejar de usar esos términos tan
peyorativos. O es que acaso a usted le gustaría que un cliente llegara y que
reiteradamente le cambiara el nombre solo por gusto y gana y luego se riera
como si usted estuviera de acuerdo con algo tan absurdo.
La denuncia de Codisra no es en contra el nombre, ni contra
la marca, menos contra la iniciativa comercial de la creadora de la propuesta
comercial, es contra lo que engloba la frase, el término en sí. Es complicado
tratar de comprenderlo de buenas a primeras, porque se ve tan normal y
cotidiano que hasta les parece ridículo, pero no lo es.
Lo que se trata es que con el tiempo estas cargas de racismo
solapado y segregación clasista terminen y por fin se tome un rumbo correcto y aceptemos, que el país es racista y muchas de sus expresiones cargan con ello. No
tiene nada de malo aceptarlo y tratar de enmendar esa gran tara mental. Lo
incorrecto está en salir a decir que no hay nada malo y que los racistas son
otros, menos los que se comportan como tal.
Guatemala tiene serios problemas con aceptar su lado oscuro,
porque siempre nos han vendido que somos un país maravilloso, bendecido por
Dios y que los volcanes tocan el cielo. Y aunque puede que tengan razón, esto
no excluye la historia que le ha tocado enfrentar y que ha hecho de este país
uno de los más excluyentes de la región, a pesar de su riqueza cultural.
María chula ha desatado un airado debate sobre lo que es
racista y no. En lo que debería ser un sano encuentro entre lo que somos y lo
que aspiramos a ser, es un espejo que nos cuesta ver porque esa es una sociedad
tan corroída por las taras mentales.
No cabe duda que nos hace falta mucho para crecer como
sociedad y de eso se trata, de buscar soluciones a los problemas que siempre nos
han aquejado, pero se debe empezar por reconocer las cosas que se hacen mal,
de lo contrario no hay avance.
Estimado lector, por una vez pregúntese ¿Soy racista cuando
digo María o chula a una mujer indígena de la cual desconoce su nombre? Esa ya será una gran pregunta que nos hará cambiar la
perspectiva. Las respuestas, cada quien las tiene.
También
Llamar “indita”, a la marca de licor Quetzalteca, no es solo
racista, también paternalista. Trata de que a través de su diminutivo suene la expresión
menos agresiva, pero la carga sigue siendo la misma para los pueblos indígenas,
aunque esto “alivie” la consciencia de quien lo expresa.
Ángel Elías
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