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El país que no existe

Foto: Radio Nuevo Mundo

Hace más de 30 años, un amigo tuvo que salir de Guatemala como consecuencia de la guerra. Persiguieron y mataron a parte de su familia. Quienes lograron sobrevivir se fueron al exilio y a vivir a países diferentes. Él vivió en Estados Unidos por mucho tiempo y muchos años decidió no relacionarse con más guatemaltecos. El recuerdo de Guatemala le causaba mucho daño.

Con el paso del tiempo, decidió que ya era hora de reencontrase con sus paisanos y fue alguna reunión de fin de año. Entre botanas y bebidas, sus compatriotas comenzaron a hablar de su país, de sus paisajes, de su gente buena, de lo noble de sus recuerdos, de cómo extrañaban a las personas que habían dejado en aquel lugar paradisíaco, lleno de niebla y grandes lagos. Cuando a él le preguntaron sobre el país que todos compartían solo pudo decir algo: para mí ese país no existe, no lo conozco.

Justamente el país del que hablaban no era un antecedente para él. Simplemente no tenía ese referente. Creo que eso nos sucede, hemos hecho un sueño del país que ya no corresponde a la realidad. Que hemos construido otro para evadir que tenemos mucho por trabajar por él y nos afiliamos a esperanzas equivocadas.

Recientemente se formó el Frente Ciudadano contra la Corrupción. Nombre por demás rimbombante cuando vemos que se integra por buena parte de una cúpula empresarial que ha sido acusada de evasión de impuestos o de políticos que han sido castigados por casos de corrupción en el estado, al que se le aúnan representantes de la sociedad civil y algunos sectores de las comunidades indígenas. ¿Cuál es el problema? Comer con el lobo en la mesa cuando uno es la oveja.

Muchos sectores guardan la esperanza de que esta es una opción ciudadana para erradicar los males de Guatemala. ¿Es en serio? ¿El sector económico, político, religioso y hegemónico dejarán sus privilegios para hacer partícipes a la población marginada guatemalteca? ¿Creen que diversos sectores dejarán sus puestos estratégicos como una especie de conversión milagrosa? ¿Todavía creen en el agua mágica?

El caso es que, los poderes políticos se han vuelto a acomodar y juegan al policía bueno, haciendo creer al sector civil, que tampoco lo creo tan ingenuo, que esta vez sí es de verdad, que la lucha por un mejor país existe y que ellos, heróicamente, lo están liderando contra todos sus principios fundacionales. ¿En serio puede pasar algo así?

Guatemala necesita cambios sustanciales que se lograrán desde la reestructuración de un estado, que lo necesita urgentemente; con rostros nuevos, con nuevos errores y con nuevos horizontes. Se necesita un modelo jurídico sólido y que las acciones sean encaminadas al castigo de los delitos en el estado. Y que los niveles de impunidad desciendan para que los imputados en casos de corrupción no se sientan seguros cuando hacen alianzas.

Pareciera que ahora se quiere hacer una burbuja en la que se dibujará las cosas buenas mientras abajo se hierve toda la podredumbre que ha hecho de este país una fantasía. Como decía aquel amigo: hablan de un país que, la verdad, no conozco.

Ángel Elías

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