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De políticos viejos a políticos nuevos

Foto: sputniknews.com

El escritor Milan Kundera tiene un cuento en El libro de los amores ridículos, se llama Que los muertos viejos dejen sitio a los muertos jóvenes, desde que leí ese título hace ya 20 años me llamó la atención, no solo por el ingenio de palabras sino también por la ironía que encierra.

El relato cuenta la historia de una mujer que se entera de que su marido muerto será trasladado al osario y que no puede hacer nada para evitarlo. A su vez se reencuentra con un antiguo amante que la corteja, pero ella declina por el recuerdo de su marido muerto. No quiere pensar lo que dirá su hijo si ella se entrega nuevamente a las pasiones. Al final, ella cede y vive nuevamente, a lo mejor un poco resignada, una nueva aventura en su corazón.

Este relato encierra varios aprendizajes, el primero es que si rompemos ese círculo de lo ya conocido puede que nos demos otra oportunidad, pero creo que el más importante es reconocer al muerto viejo.

En Guatemala el muerto viejo es esa forma traicionera, chanchullera y vil de hacer política. El muerto viejo es un candidato a alcalde cantando rancheras en la calle u ofreciendo bala y sangre a los criminales. El muerto viejo es la misma política vestida con nuevos y “jóvenes” partidos, mismo que caen, (quiero creer) en la ingenuidad de una contienda política rastrera.

No, mi reflexión no va para incentivar el voto por los nuevos partidos, por los jóvenes partidos o por quienes se proclaman la salvación celestial de la lucha contra la corrupción. Mi reflexión va sobre que los muertos, pareciera que siempre serán muertos.

“Enfadada, se dirigió a la administración del cementerio. Allí le dijeron que, al expirar el plazo de alquiler, las tumbas se liquidan automáticamente. Les reprochó que no le hubieran advertido previamente que debía prolongar el alquiler y le respondieron que tenían poco sitio en el cementerio y que los muertos viejos debieran dejar sitio a los muertos jóvenes. Aquello la indignó y les dijo que no sabían una palabra de humanidad y respeto por las personas, pero comprendió que la conversación era inútil. Del mismo modo en que no había podido impedir la muerte de su marido, ahora se encontraba igualmente desarmada ante su segunda muerte, esa muerte de «muerto viejo» que ya no puede existir ni siquiera como muerto”.

La política guatemalteca, al igual que el muerto del cuento siempre será la misma mientras mantengamos arrullando este sistema corrupto de elecciones. Y eso involucra a todos los que participando avalan el sistema de elecciones generales. No es hacer oposición, es jugar y avalar el sistema. Es, en otras palabras, ser cómplice.

El 2019 traerá las elecciones con más incertidumbres que certezas. Se elegirá al muerto joven porque es el que menos incomoda a las élites y será la nueva ilusión de la clase media guatemalteca, un poco chapinoide, otro poco miwateca. Creerá que esta vez no se equivocó. Pero a diferencia del cuento, este relato llamado Guatemala no terminará una aventura llena de amor.

Ángel Elías

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