![]() |
El Códice Florentino revela detalles de la peste que asoló a Tenochtitlan, en el siglo XVI. |
Sobre pestes y epidemias, las que asolaron a Mesoamérica en el
siglo XVI fueron las más devastadoras. Estas se registraron en
El Memorial de Sololá, documento histórico de los Kaqchikeles. Las relatan como
grandes tragedias.
El Memorial de Sololá o Anales de los Kaqchikeles registró
los acontecimientos, historia y trayectoria del pueblo maya Kaqchikel y que
ahora habita los departamentos de Chimaltenango, Sololá, Sacatepéquez y
Guatemala. Es una fuente histórica primordial.
Existen dos versiones en español sobre este relato que son
fáciles de acceder para consulta: la de Adrián Recinos y la de Simón Otzoy. En
inglés se puede consultar a Maxwell and Hill, en las Crónicas Kaqchikeles. Estos
textos dan un panorama de lo que sucedió.
El Memorial recuerda en 1519: “He aquí que durante el quinto
año apareció la peste ¡oh hijos míos! Primero se enfermaban de tos, padecían de
sangre de narices y de mal de orina. Fue verdaderamente terrible el número de
muertes que hubo en esa época. Murió entonces el príncipe Vakaki Ahmak”...
“…Poco a poco grandes sombras y completa noche envolvieron a
nuestros padres y abuelos y a nosotros también ¡oh hijos míos! cuando reinaba
la peste. El día 1 Ah [3 de octubre de 1520] se cumplió un ciclo y cinco años
de la revolución, mientras azotaba la peste”. (Según Recinos)
Según Simón Otzoy: “Durante este [vigésimo quinto año comenzó
la peste ¡Oh hijos míos! Primero hubo tos, en seguida se tornaba como sangre y
amarillenta la orina. En verdad la muerte la que sobrevino en ese tiempo
pasado. Cuando murió el príncipe Waqaqi' Ajmaq”.
“Poco faltaba para que cayera la grande y oscura noche sobre
nuestros padres y abuelos, incluso sobre nosotros ¡oh hijos míos! por los
sufrimientos que nos trajo la peste de granos”. En esta versión ya menciona a
los granos, en la posible alusión a la viruela.
La muerte rondaba: “El día 5 Ah [12 de marzo de 1521]
emprendieron nuestros abuelos la guerra contra Panatacat, cuando comenzaba a
extenderse la peste. Era terrible en verdad el número de muertes entre la
gente. De ninguna manera podía la gente contener la enfermedad...”
Ni siquiera los gobernantes lograron salvarse: “A los
cuarenta [días] de haber comenzado la epidemia murió nuestro padre y abuelo; el
día 12 Camey [14 de abril de 1521] murió el rey Hunyg, vuestro bisabuelo”. En
el calendario maya es significativo que la muerte les llegara en Keme, (dios
del inframundo).
Una de las partes más reveladoras del texto: “Grande era la
corrupción de los muertos. Después de haber sucumbido nuestros padres y abuelos,
la mitad de la gente huyó hacia los campos. Los perros y los buitres devoraban
los cadáveres. La mortandad era terrible”.
“Murieron nuestros abuelos y junto con ellos murieron el
hijo del rey y sus hermanos y parientes. Así fue como nosotros quedamos huérfanos
¡oh hijos míos! Así quedamos cuando éramos jóvenes. Todos quedamos así. ¡Para
morir nacimos!” (Recinos)
Otzoy es más detallado en su traducción: “Murieron, pues,
vuestro abuelo y su padre al mismo tiempo. Prevalecía entonces la pestilencia y
el hedor de la gente que moría, cuando murieron vuestros abuelos”.
“Una parte de la gente que moría fue arrojada en los
barrancos, con ellos se saciaron los perros y los buitres. Fue terrible la
muerte que padecieron vuestros abuelos”, continúa y revela detalles sobre la
cantidad de muertes por la peste.
“De esa manera sobrevivimos nosotros en la orfandad ¡Oh
hijos míos! Éramos muy jóvenes cuando nos quedamos, sobrellevando nuestra naturaleza
deformada (por las marcas de la enfermedad)”, Otzoy se refiere a las
deformidades que deja la viruela.
El Memorial cuenta que fue una época de decisiones muy
duras, sus gobernantes murieron y tuvieron que elegir entre los descendientes sobrevivientes.
“…sólo uno entró a gobernar, Belehé Qat, que se había salvado [de la peste].
Nosotros éramos niños y estábamos solos; ninguno de nuestros padres se había
salvado”.
Todo esto ocurrió antes del arribo de Pedro de Alvarado al
altiplano guatemalteco (1524). ¿Cómo llegó la peste antes que los españoles? Una
teoría dice que fue por infectados que recorrían los corredores comerciales, al
no tener síntomas contagiaban pueblos a su paso. Entonces llegó Alvarado.
Esto dice Otzoy: "¡Por qué pensáis hacerme la guerra? ¿Acaso
os estoy provocando o haciéndoles daño?" Así Ies dijo. "'No la vamos
a hacer, aquí han muerto muchos de nuestros guerreros, pues habéis visto yacer
en las fosas la mitad del efectivo de nuestras tropas", así replicaron los
reyes”.
El pasaje anterior, se ha interpretado como las bajas en el
ejército Kaqchikel, por lo menos en la mitad de sus efectivos y por ende de la
población. Otras versiones dicen que se refieren a las bajas por las guerras.
Pero no fue la única oleada en la que murieron indígenas. En
1558-1559 apareció de nuevo. “En el sexto mes después de la llegada del Señor
Presidente a Pangán comenzó aquí la peste que había azotado antiguamente a los
pueblos”.
“Poco a poco llegó aquí. En verdad una muerte espantosa cayó
sobre nuestras cabezas por disposición de nuestro poderoso Dios. Muchas
familias [sucumbieron] ante la peste. Se apoderaba hoy de la gente un frío
intenso y fiebre, les salía sangre de la nariz…”
“…luego venía la tos más y más fuerte, se les torcía el
cuello y les brotaban llagas pequeñas y grandes”. Todos fueron atacados aquí
por la enfermedad. Todos vieron la enfermedad ¡oh hijos míos!...”
“…El día de la Circuncisión [1.° de enero de 1559], un
lunes, cuando estaba escribiendo, fui atacado por la epidemia”. Se repitió en
1564: “En este año fue atacada la gente de Ia peste de erupciones pequeñas (sarampión)
habiéndose llevado muchas víctimas”, traduce Recinos.
La viruela regresó en 1576: “En eI mismo mes de septiembre
volvió la epidemia de erupciones (viruela), pereció mucha gente, todas las tribus
contrajeron la enfermedad”. Pero ¿Por qué fue tan cruel la enfermedad con el
mundo indígena?
El académico mexicano Bernado García Martínez lo explicó así:
“Este agente fue la viruela. Ésta y otras enfermedades introducidas durante o
después de la conquista resultaron devastadoras en una tierra donde eran
desconocidas y cuya población no tenía defensas inmunológicas ni recursos
específicos para combatirlas”.
“En 1545 otra enfermedad, aparentemente sarampión –no lo
sabemos con exactitud porque los documentos la mencionan como cocoliztli,
que es una palabra náhuatl aplicable casi a cualquier enfermedad masiva–,
volvió a arrasar de manera generalizada durante tres años...”
“…Su patrón de expansión debió de haber sido muy similar al
de la anterior epidemia, pero esta vez llegó más lejos hacia el occidente…”
“…Pero todavía hubo más. Entre 1576 y 1581 Nueva España se
vio arrasada por una tercera gran epidemia –llamada en la época matlazáhuatl–,
esta vez, al parecer, de tifo exantemático”, dice García Martínez. https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/viruela-sarampion-y-tifo-exantematico
El cocoliztli, según Bernardino de Sahagún mataba diariamente, narra: “10, 20, 30, 40 y hasta 80 gentes y de aquí en adelante no sé lo que será de esta pestilecia”.
En el caso Kaqchikel, la enfermedad, la que tanto dolor y
pérdidas provocó, entre 1519 y 1521 llevó un nombre: Tz'anan Yab'ïl, que significa enfermedad
mortal o crónica. De esta historia se están cumpliendo cinco siglos.
Cada siglo nos enfrentamos a nuevos retos epidemiológicos.
Solo en Guatemala en 1991, el Cólera cobró miles de vidas y la viruela en África
en la década de 1970. Los humanos siempre tendrán el reto ante las
enfermedades.
Ahora nos enfrentamos a otro tipo de pestes, con mejores
armas inmunológicas, con más información, no tan vulnerables. Estamos
escribiendo una parte de la historia que seguro cambiará la visión de la humanidad,
una vez más.
Para terminar, es claro que los pueblos originarios somos sobrevivientes y siempre nos reencontramos para celebrar la vida. Ciclos, esos hermosos ciclos de los que tanto hablaron los abuelos.
Ángel Elías
Fuentes consultadas:
Memorial de Sololá, Adrián Recinos, FCE
Memorial de Sololá, Simón Otzoy
Historia general de las cosas de la Nueva España, Bernardino de Sahaún
Comentarios