Entre las novedades de la colección Vientos del pueblo, del Fondo de Cultura Económica, encontramos este ensayo: El silencio del violonchelo, de la escritora colombiana Vera Grabe. Un relato que nos remite a los años de la guerra en Colombia.
Sobre las guerras siempre hay mucho por escribir, y sobre el conflicto en Colombia aún más. No necesariamente tomando partido o culpando bandos, sino desde el punto de vista anecdótico, esclarecedor y humano. La académica Vera Grabe nos cuenta en este escrito, sobre su paso por el movimiento M-19 y cómo este capítulo de su vida le dejó una huella en su memoria.
A modo de reflexión, la escritora nos
cuenta intimidades del movimiento guerrillero, su forma de interactuar entre compañeros, su día a día y sus compromisos ideológicos, personales y sentimentales. De esta manera, Grabe nos muestra el lado humano y vulnerable del grupo M19, las desavenencias, coincidencias y sus destinos.
Este es una especie de testimonial que revela cómo la estructura de este grupo guerrillero vivía su día a día y cuáles eran los compromisos adquiridos durante la lucha por un futuro mejor y cuáles fueron esos desencuentros que suelen suceder. Pero no lo hace a modo de remembranzas heroicas o decepciones catastróficas, sino que tiene la sensibilidad de contar desde la experiencia humana, eso hace rica esta narrativa. Cuenta interioridades, detalles que a lo mejor se dan por hechos.
A lo largo del relato, la autora explica y analiza por qué se involucró en el movimiento, además de sus fines al estar dentro de las filas. También explica el motivo ideológico que cimentó al grupo M19, al cual perteneció.
El silencio del violonchelo también es un llamado de esperanza por la paz. Porque lo que finalmente se busca durante una revolución es alcanzar un mejor porvenir para los pueblos. Entonces, cada parte del relato involucra esa luz al final de cada conflicto, llegar a la paz.
El violonchelo ella lo aprendió a interpretar cuando era niña. Estuvo colgado y en silencio durante toda su vida por el conflicto, a su espera. Al momento de culminar esa parte de su vida, el violonchelo se convierte en ese símbolo de retorno a la casa, de reconciliación. Entonces su sonido se vuelve la esperanza de un mejor futuro.
Sobre el libro
“Provengo de una familia de músicos y a los nueve años comencé a estudiar violonchelo. El violonchelo es un testigo que ha sobrevivido todas las guerras. Con la paz ha vuelto a sonar. Para mí la música ha sido siempre compañía, apoyo e inspiración, pero durante los años de lucha abandoné su ejercicio. Así sucede con muchas cosas. La pregunta es si realmente las perdemos, si se transforman o si quedan a la espera de otros tiempos de la vida, siempre personal e intransferible”.
Ángel Elías
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