Aunque no quisiera ver a Guatemala con ojos de ternura y bastante lástima, desde hace ya bastante tiempo lo hago. Sucede que veo al país como esa pared que se cae a pedazos lentamente y que no se puede hacer nada por un mal trabajo de albañil.
Recientemente nos visitó Philip Alston, relator especial de las naciones unidas para ejecuciones extrajudiciales, sumarias y arbitrarias. Él nos vino, a demostrar que Guate, es un país de impunes, de aparatos del estado arcaicos, ineficientes, obsoletos, y de una sociedad enferma. Algo que de alguna manera sospechábamos muchos.
Una sociedad donde la ley de mano dura, es más que un slogan propagandístico, sino es un modo de vida ideal, para muchos.
El problema radica que esa mano dura se ve, como la aplicación de la justicia, sino como ejecuciones y torturas públicas. ¿Hasta qué punto hemos enfermado como para tolerar vejámenes de ese tipo?
En una entrevista que le hizo elPeriódico, a Alston, dice que de alguna manera somos tolerantes a la violencia y que hemos de hecho de nuestro país un paraíso de impunidad, no solo a la delincuencia sino a otros no menos atroces crímenes.
Encontró un profundo desinterés de las autoridades por la aplicación de la justicia y la investigación de crímenes. Un Ministerio Público y una Policía que no operan juntos y que se la pasan echándose la culpa mutuamente.
-Los asesinos siempre quieren enviar un mensaje... si lo atrapamos, para empezar vamos a torturarlo –dijo Alston en la entrevista, sobre lo que piensa el asesino en su paraíso impune.
Ya no se resume a simples asesinatos, sino se profundizan a torturas y mutilaciones.
Pero se puede pensar que la delincuencia común o los mareros son los únicos que realizan estas prácticas. Lo cual es falso, muchas de estas prácticas son realizadas o pagadas por ciudadanos comunes. En su ansia de justicia por mano propia. Aunque el problema radica en los tribunales.
Entonces todos, estamos frente a posibles asesinos que ven diariamente en Nuestro Diario la muerte que provocaron noches anteriores. Entonces periódicos baratos como ese, insensibilizan a las personas, mostrando la normalidad de la muerte. Una normalidad tétrica.
Alston, nos muestra lo que ya sabíamos, lo que vivimos diariamente y que pocos comentamos, que somos una sociedad enferma, que nos acercamos a una muerte endémica. Y que poco a poco morimos sin que nos demos cuenta.
Angel Elías.
Comentarios
Verás yo no vivo allí pero si creo que tibiamente existen motivos para el optimismo en la nueva generación que llegará al poder en 15 ó 20 años, tu puedes ser un representante de ella. Si esa nueva hornada de políticos y funcionarios accede al poder y comienzan a sencillamente trabajar, las cosas podrían cambiar.
y cierto que es.
Pero no podemos culpar a la ciudadanía por esa tolerancia desarrollada a la criminalidad, más que una decisión u opción ha sido una sobrevivencia. Porque al que se le ocurriera denunciar, levantar la cabeza.... pues recordaréis como se la talaban. Se temía hablar porque ni siquiera te fiabas de tus amigos.. Lo que actualmente vivimos es una psicología de aguante heredada del temor y el miedo sembrado en las épocas de dictadura. Ahora el trabajo es ¿cómo sacar de allí a una población qeu sobrevivo como puede en medio de una sociedad cada vez con índice mayor de criminalidad?