Se desató la Carlospeñamanía. Un chico guatemalteco cantante que desata pasiones en los amantes de los Shows televisivos y que ahora está a un paso de convertirse en una estrella. Un poco de salsa a la cotidianidad del espectáculo político con otro espectáculo. Algo que de alguna manera viene a oxigenar un poco la asfixia del guatemalteco, que puede proyectarse con un proyecto personal llamado Carlos Peña. Caso del chico que logrará después de vicisitudes tocar la cautivante llama de la fama.
Ahora todo lo reciben el su Guatemala, como un tipo iluminado. Y es loable que se hable bien de Guatemala en el extranjero. Y qué mejor que sea por algo tan dignificante. Sin embargo, es abominable que ahora resulta que el paso de ese chico es logro de todos. ¡Por favor!
Resulta que el esfuerzo que ha dejado el chico en el escenario es personal. Y se confirma mi teoría que el guatemalteco logra triunfos, pero de forma individual. Y que la colectividad sigue siendo un mito.
Como el presidente que saluda con sombrero ajeno. Cuando él no tuvo nada que ver en el desarrollo del chico. Ahora lo recibe como hijo pródigo. Pudiese haber visto más cinismo. No hay razón para pensar que Peña no agradecerá las muestras de cariño de sus compatriotas, que se mueven muy mediáticamente. Y que como la moda es Peña, pues a apoyarlo. Pero tuvo que llegar a esas instancias. Tuvo que salir del país para ser querido por éste. Ese es el resultado de nuestro malinchismo colonial. Creemos en el espejo llamado TV, y mientras no se aparezca allí, no tiene valor alguno. Mucho menos si es chapín.
Allí reflejamos, nuestra poca estima. Otros nos tienen que decir qué es lo bueno. Y nosotros debemos acatarlo sin objetar. Pero ¿cuántos Carlos Peñas deambulan por las calles de Guatemala sin la oportunidad de sobresalir? La respuesta que nunca sabremos, porque no se apoya al artista nacional.
Y saldrán más presidentes a felicitar a los artistas cuando ellos mismos los asfixian y desilusionan. Son los mismos que no creen hasta no ver resultados. Son los políticos que no creen en el desarrollo cultural y lo ningunean. Y allí estamos esperando que otro haga el milagro por nosotros y podamos saborear el dulce fruto de la victoria.
Es cierto somos incapaces de tener sueños como para crear algunos y debemos conformarnos verlo hasta Argentina en este caso.
Y se abarrotarán los bares para apoyar la peñamanía y se sentarán a corear sus canciones y a gozar, como propia, su posible victoria. Después de eso queda la resaca y el desvelo.
Ángel Elías
Ahora todo lo reciben el su Guatemala, como un tipo iluminado. Y es loable que se hable bien de Guatemala en el extranjero. Y qué mejor que sea por algo tan dignificante. Sin embargo, es abominable que ahora resulta que el paso de ese chico es logro de todos. ¡Por favor!
Resulta que el esfuerzo que ha dejado el chico en el escenario es personal. Y se confirma mi teoría que el guatemalteco logra triunfos, pero de forma individual. Y que la colectividad sigue siendo un mito.
Como el presidente que saluda con sombrero ajeno. Cuando él no tuvo nada que ver en el desarrollo del chico. Ahora lo recibe como hijo pródigo. Pudiese haber visto más cinismo. No hay razón para pensar que Peña no agradecerá las muestras de cariño de sus compatriotas, que se mueven muy mediáticamente. Y que como la moda es Peña, pues a apoyarlo. Pero tuvo que llegar a esas instancias. Tuvo que salir del país para ser querido por éste. Ese es el resultado de nuestro malinchismo colonial. Creemos en el espejo llamado TV, y mientras no se aparezca allí, no tiene valor alguno. Mucho menos si es chapín.
Allí reflejamos, nuestra poca estima. Otros nos tienen que decir qué es lo bueno. Y nosotros debemos acatarlo sin objetar. Pero ¿cuántos Carlos Peñas deambulan por las calles de Guatemala sin la oportunidad de sobresalir? La respuesta que nunca sabremos, porque no se apoya al artista nacional.
Y saldrán más presidentes a felicitar a los artistas cuando ellos mismos los asfixian y desilusionan. Son los mismos que no creen hasta no ver resultados. Son los políticos que no creen en el desarrollo cultural y lo ningunean. Y allí estamos esperando que otro haga el milagro por nosotros y podamos saborear el dulce fruto de la victoria.
Es cierto somos incapaces de tener sueños como para crear algunos y debemos conformarnos verlo hasta Argentina en este caso.
Y se abarrotarán los bares para apoyar la peñamanía y se sentarán a corear sus canciones y a gozar, como propia, su posible victoria. Después de eso queda la resaca y el desvelo.
Ángel Elías
Comentarios
"El que llega no llega tarde, yo iba a poner un tema de esto en el blog, creo que estamos urgidos de héroes, lo lamentable es que hay muchísimos y no son reconocidos, empezando por la viejita que todos los días vende panes en la 16 calle de la zona 10, o el lustrador de 6 años que vino desde Momostenango a ganarse la vida, o el chiclero de la esquina de un banco donde trabajé, que cada vez que iba a su pueblo nos decía: -Si no vengo el lunes o martes es porque me agarró el ejército.-
O Manuel, aquél muchacho casi de mi edad, que se ganaba la vida cuidando carros en Mcdonalds de la 10a calle de la zona 1.
Ellos jamás tendrán un mierda patrocinio de estos mercaderes de caricatura, ellos, son mis héroes, tengo muchos más..."