En una nube de malas palabras, groserías y agua sucia, son recibidos quienes tienen la osadía de salir a correr esos días. Los mismos que corren desde lugares lejanos con el fuego patrio hacia sus lugares. En Guatemala se tiene la tradición de correr antes del día de la independencia. Esto para traer la antorcha de independencia por las calles y carreteras del país. Un acto noble teniendo en cuenta que las personas salen únicamente a correr, en una actividad patriotera mal cimentada. Realmente a mí me tiene sin cuidado esto. Más allá de saber que se sigue practicando actividades un tanto exhibicionistas y arcaicas en una Guatemala que cree que su independencia se firmó en unos papeles.
El guatemalteco es demasiado especial. Todos los 14 de septiembre se apuesta frente a sus casas a esperar el paso de aquellos que llevan la antorcha y que con gorgoritos pasan corriendo. Entonces ese guatemalteco se transforma. Deja salir ese ser malévolo ser, ese reprimido de tantos años de dictaduras y guerras. Entonces y solo entonces empieza a lanzar bolsas con agua a cualquiera que pase. Sea o no sea antorchista.
Y se deleita agrediendo. En una sociedad tan reprimida como esta. En un pueblo que jamás supo como manejar la libertad este acto le satisface, le produce placer. Una sociedad que solo se entiende mediante la agresión, este tipo de actos sirven para su diversión.
Guatemala es un país de contradicciones. Por un lado estamos artos de la violencia, pero la generamos a distintas escalas. Nuestro idioma es el de la agresión, de los golpes. Creemos que debemos demostrar nuestra superioridad con violencia. Porque así nos educaron a golpes. Y a veces sólo bajo ese idioma creemos entender.
El guatemalteco ese catorce saca todos los años de represión y agrede con bolsas llenas de agua, limpia o sucia no importa, con agua teñida u orines, con piedras o sin ellas; la intensión es agredir.
Entonces se sienten orgullosos por un patriotismo barato. Mal fundado. Y se creen guatemaltecos. Y se creen cívicos. Como una muestra más de que estamos enfermos de la cabeza y que nuestros principios están de cabeza, eso en el caso de los tengamos.
Cada septiembre derrochamos júbilo paternalista en una Guatemala que desconocemos. Que reconocemos como nuestra, a la lejanía, como una estampa dibujada de la Antigua Guatemala. ¿En realidad el guatemalteco se siente guatemalteco cada septiembre? Claro, mientras juegue su fracasada selección de futbol y escuche las marchas militares, le recordará en que tipo de país vive y qué tipo de guatemalteco es.
Ángel Elías
Comentarios
Yo soy de Jilotepeque, pero de San Luis Jilotepeque Jalapa. Me gusta mucho la lectura. Si sabes de alguien que tenga algum proyecto de lectura o algo por el estilo me gustaria darle a conocer a la Juventud de por aquí lo placentero que es leer.
Saludos y seguí adelante.
Claro, siempre exiten la posibilidad de lectura de de lectores. tenemos con unos amigos un pequeño proyecto de circulos de lectura. podes visitarnos y escribirnos un abrazo
www.letrasypoetas.blogspot.com
Amigos a quienes no les he pagado el impuesto: ahora deberian tirar pero dinero. jejeje
Salud