Ir al contenido principal

4 de febrero

Ya han pasado 30 años del terremoto del ‘76 en Guatemala. Y aunque no lo viví, sí comparto ese sentimiento por el pasado que ese terremoto destruyó. Comparto la pena de miles de guatemaltecos que perdieron familiares en esa tragedia.
Poco puedo imaginar la sensación de acostarse y ver cada detalle de la vida por última vez. Ver el lugar donde crecí como un espejismo tan frágil, sin saberlo. Dar las buenas noches a seres que de su sueño profundo pasaron a la incertidumbre y después al no despertar más.
Esas heridas que ahora pareciera han cerrado, pero permanezcan intactas en las mentes de quienes sobrevivieron.
Nosotros, los que no vivimos esa tragedia, somos la generación que viene de la que sobrevivió, los que nacimos con la fortuna de nuestro lado. Esa Guatemala que fue arrebatada en segundos por un designio natural.
¿En realidad hemos tomado pulso de lo que realmente pasó? No lo creo, vemos esa tragedia como un espacio más en los libros de historia. No le damos el verdadero significado a vivir en el riesgo de un país completamente telúrico.
Aquella sombra nocturna de 7.5 grados, sorprendió a todos. No hubo ningún guatemalteco que esperara esa tragedia. Por impredecible y devastadora.
Ver fotos y relatos de la época, es identificarse con un pueblo sufrido. Con una Guatemala desconocida, pero latente. Desconocida en el sentido que el terremoto cambió su rostro en cuestión de medio minuto. Y latente porque ese mismo fenómeno duerme bajo nuestros pies.
Guatemala se ubica en la convergencia de tres placas tectónicas continentales. Que nos recuerdan, a manera de avisos, que el mundo está vivo y en constante cambio.
Lugares que quedaron completamente destruidos, hablamos, que se quedaron sin infraestructura en un 100 por ciento, fueron San Martín Jilotepeque, San Juan Comalapa, Chimaltenango, Tecpán Guatemala, En el departamento de Chimaltenango. Así como Sololá, Quiché, Baja Verapaz, y Alta Verapaz departamentos que sufrieron grandes daños.
Ya treinta años han pasado, ¿Hemos aprendido la lección?
Es poco o nada lo que recordamos de esas fechas. Y es poco lo que hemos avanzado en el conocimiento sobre este tipo de eventos.
En ese sentido tenemos una capacidad de reacción ante estos eventos naturales, como quedó demostrado durante la tormenta Stan, pero aún no tenemos la capacidad de prevención, que sería lo más importante.
La tormenta Stan, dejó al descubierto que somos vulnerables, que construimos sobre arena. Que no tenemos cuidado en las construcciones. Y que además nuestro problema no es estructural sino social.
Develó los serios problemas que tenemos en prevención desastres. Pérdidas humanos, desconcierto y hasta aprovechamiento de personas para su beneficio, nos deja ver que aún somos ese país del ’76, pero sólo que ahora más corrompidos, y con más gente.
A la hora de un desastre, la ciudad de Guatemala tiene a sus alrededores cientos de asentamientos humanos, en laderas, a orillas de barrancos, con las mínimas condiciones de seguridad.
Entonces, el colapso sería inminente. Nos gusta vivir al filo del peligro, he ignorar que lo hacemos. Así estamos tranquilos. Por ahora se sabe que los hospitales colapsarían, habrían pandemias mortales, que la mitad de la población fallecida sería consecuencia de la catástrofe y la otra de enfermedades endémicas. Y la pregunta queda al aire: ¿Hemos aprendido la lección?
Angel Elías

Comentarios

Anónimo dijo…
HOLA, MAISTRO!!!
´FIJÁTE VOS USTÉ, QUE YO SI PASÉ POR ESO, Y TUAVIYA ME ACUESHDO.
FUE BIEN BIEN FELLO.
PERO NI MODO, HIERBA MALA NUNCA MUERE.
¿ESTAMOS DE ACUERDO, VAA?

Entradas más populares de este blog

APOCALYPTO.

Mi buen amigo Guillermo, escribió un artículo interesantísimo. Le Concedo el espacio ya que es un excelente material. ¡¡¡Que lo Disfruten!!! Mel Gibson’s montó una película cuya argumentación es una pura y simple extrapolación de algunos pocos hechos históricos de una sociedad que el cineasta llama Maya, pero que en realidad no corresponde, ni por las escenarios arquitectónicos, ni por el vestuario, ni la utilería, ni por las manifestaciones de la vida cotidiana de los pueblos mayas descritos por los cronistas españoles, sobre todo curas, a finales del siglo XVI. Y por otro lado, dada la tendencia de Gibson’s a magnificar lo sangriento, las bajas pasiones, con el fin de impactar a un público cinófilo ávido de violencia escénica, sediento de actos necrófilos, convierte el film en una desagradable y, a veces repulsiva, ficción del salvajismo de los humanos. La historia negra de l...

El clasismo chapín

"Una familia" Fernando Botero (1989) Tocando el tema del clasismo en el país, me di cuenta, que tanto como el racismo, esta es una práctica bastante generalizada, pero extrañamente permitida; al supuesto que “como lo ven, lo tratan”. Y es que el clasismo en Guatemala se ve como algo mucho más normal de lo que debería ser. Si se tiene carro, si se tiene buena ropa y aunque pareciera trivial es mucho más común de lo que se piensa. Cuántos de nosotros nos hemos topado con personas que gustan de ver a las demás de abajo hacia arriba o preguntarles sobre sus triunfos académicos, ingresos económicos o simplemente dejarse llevar por la apariencia y calificar por lo poco que ve. Guatemala es clasista, se deja llevar por la ropa y la primera impresión; el pensamiento dominante priva de lo que realmente vale. La persona como tal, no por lo que viste o cómo habla. Pero es fácil dejarse engañar y asumir que no se es clasista cuando se practican, aparent...

Mario Payeras y su latitud de la flor y el granizo

La latitud de la flor y el granizo,  del escritor guatemalteco Mario Payeras (Chimaltenango, Guatemala, 1945-1995), es una joya literaria que invita a reflexionar sobre uno de los problemas más graves que enfrenta el planeta, el cambio climático. Este documento, que fue escrito en la década de 1980, hace un análisis sobre las consecuencias del impacto que el ser humano tiene en la Tierra. “Es urgente, en efecto, parar la obra de la sierra mecánica que en el silencio de la selva hace caer al cedro en flor”, explica el autor.   Con una prosa limpia y poética Payeras hace un llamado a cuidar la fauna y flora guatemalteca. Además explica  la influencia de la época industrial en la naturaleza. “Con la imaginación de poeta nos hace amar  Guatemala y con la rigurosidad de un científico explica todos los fenómenos sociales y naturales”, dice el prólogo.   El libro no solo es una llamada de alerta.  Sus páginas son un recorrido cultural y ecológico por el p...