
Ubicado a más de 200 kilómetros de la capital de Guatemala. Encontramos uno de los lugares, que según las leyendas locales, guarda un misterio entre sus entrañas. Claro, que la leyenda de alguna manera se alimenta de verdades. Las historias cuentan que ese lugar era habitado por cangrejos que oro. Que las personas ambiciosas al verlos los proseguían hasta adentrarse en el lugar, donde morían ahogados.
En el municipio de Ipala en el departamento de Chiquimula, se encuentra una de las maravillas del oriente del país guatemalteco. Ubicado a una altura de 1800 metros sobre el nivel del mar se encuentra una laguna, que no tendría nada de maravilloso, si no se ubicara en el cráter de un volcán. Formado hace cientos de miles de años por una explosión volcánica, se creó el lugar ideal para que, a través de los años, se formara una laguna, gracias a la solidificación de la lava y la ampliación cráter.
El agua, según los guardarecursos del lugar, es producto de la acumulación pluvial. Que por miles de años se ha depositado, formando una laguna de casi 2 kilómetros de diámetro. En opinión de algunos pobladores el agua tiene su nacimiento en las profundidades de la laguna.
El nivel del agua es estable. Con una profundidad máxima de 25 mts. Su variación sube o baja uno o dos metros, si es invierno o verano. Hace algunos años el agua era extraída para abastecer poblaciones cercanas. En la actualidad ya son pocas las poblaciones que hacen uso de sus aguas. Ya que fue protegida por el Institutito Nacional de Bosques (INAB), declarándola área protegida.
Al comenzar el ascenso al volcán se puede apreciar un bosque seco y una que otra iguana. Por una vereda polvosa y de mucha piedra suelta se comienza a apreciar las grandes planicies del oriente del país, pareciera que se extendieran desde nuestros pies hasta unirse con las nubes en el horizonte. El ascenso a un paso constante es corto. En una hora uno puede encontrarse, después de hallarse en un bosque seco, en uno de coníferas alimentados por la laguna. Todo albergado en lo que alguna vez fue el cráter activo de un volcán.
Al comenzar el ascenso al volcán se puede apreciar un bosque seco y una que otra iguana. Por una vereda polvosa y de mucha piedra suelta se comienza a apreciar las grandes planicies del oriente del país, pareciera que se extendieran desde nuestros pies hasta unirse con las nubes en el horizonte. El ascenso a un paso constante es corto. En una hora uno puede encontrarse, después de hallarse en un bosque seco, en uno de coníferas alimentados por la laguna. Todo albergado en lo que alguna vez fue el cráter activo de un volcán.
El ingreso para visitantes es de Q.5, ya adentro existe una serie de servicios para los visitantes, como baños, churrasqueras y lugares para acampar.
Ciertamente tratar de explicar este fenómeno natural es un poco difícil para el visitante primerizo. Pero con forme uno se acomoda en sus orillas, se puede tejer la teoría que uno desee. El balanceo de los cipreses en sus orillas y el sonido de las aves surcando sus cielos, entrega al visitante un espectáculo único y relajante. Algunas personas aprovechan para sumergirse en sus refrescantes aguas para alivianar el cansancio causado por el ascenso.
En los cielos de la laguna es común ver gavilanes, patos, y otras aves. Además habitan en sus aguas 15 tipos de peces. En sus bosques se pueden encontrar armadillos, gatos de monte, venados entre otras especies dignas de observarse.
Acercarse a tocar la naturaleza es el contacto con la fuerza interior. El acercarse a Ipala es recordar que la naturaleza aún puede maravillarnos.
Historias locales:
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El volcán servía como escenario de la última prueba para ser brujo. Dicen que uno tenía que sentarse encima de un cabro, en la orilla y luego volar hacia el otro lado, hasta el punto más alto del volcán. Si llegaban podía ser brujo, y si no, se caía en las aguas frías del cráter.
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El volcán servía como escenario de la última prueba para ser brujo. Dicen que uno tenía que sentarse encima de un cabro, en la orilla y luego volar hacia el otro lado, hasta el punto más alto del volcán. Si llegaban podía ser brujo, y si no, se caía en las aguas frías del cráter.
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Dicen que antes la gente de El Salvador (país vecino cuya frontera está muy cercana al volcán) llegaban a la laguna de Ipala con la cascara de un huevo. Para buena suerte, la llenada con agua de la laguna y la llevaba consigo de regreso, el esfuerzo era para formar su propio lago.
Ángel Elías

Comentarios
Gracias a tu crónica, voy a ir.
Saludos pue...
BUENISIMO PERO PORQUE NO NOS LLEVAS? HOY TE VI EN EL PERIODICO P.L.
BUENO TE LLEVO EL RECORTE...
SALUDITOS... PASO CORRIENDITO....
CIAO
Michigan; gracias por estar pendiente de lo que sucede alrededor del progrma de radio.
un abrazo. nos vemos en el club