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Síndrome de abstinencia


Otto, es un amigo de la infancia. Es muy noble el chico. Crecimos juntos y platicábamos de todo. Hasta altas horas de la noche nos quedábamos en la calle, esquina opuesta a la mía tratando de arreglar el mundo.

Hace unas semanas lo vi bien arregladito y paseando con su novia. Se veían tan contentos. Llevaron un romance intenso, según me contaba Otto. Desde el principio se llevaron bien, se contaban todo, se daban de comer en la boca y esas cosas que hacen los novios. Se ayudaban, se aconsejaban, se reían, se hacían cosquillas, creo que eso les provocaba más risa. Se leían los pensamientos, creo que estaban bien.

Pero como todo en este mundo tiene un fin, y no todos esos fines son felices y contentos, mi amigo me contó recientemente que su relación acabó. No hondó en detalles, solo dijo, las cosas acabaron. Su rostro evidenciaba que tal rompimiento lo había hecho trizas.

Tengo síndrome de abstinencia, me dice, cuando vino ayer en la tarde a la casa. ¿Cómo así? Le pregunto. Tengo abstinencia de ella. Me han dado todos los síntomas, no puedo dormir, no puedo comer, todo me da nausea, estoy irritable, me cuesta concentrarme, solo pienso en ella, y me tiembla todo el cuerpo. La ansiedad me esta matando y el corazón no baja de ritmo.

Otto, me contaba que sus síntomas comenzaron un par de días después de que se separaron. Cuando ya no pudieron hablar, cuando se dio cuenta que tenía un agujero en el corazón. Entonces, me cuenta, desde ese día no puede estarse quieto en un solo lugar, evita salir a la calle porque no sabe a lo que sale y esta como sonámbulo.

¿Qué vas a hacer ahora? Otto con un gesto de tristeza y melancolía dice que no sabe. Que la ausencia es peor en horas de la noche. Que solo espera el Delirium Tremens. De alguna manera Otto me provoca tristeza, es un amigo que sufre por las separaciones.

A la larga las relaciones de pareja puede que sean así, una constante recaída en viejos vicios que nos perjudica, que nos hace daño, pero que a la vez nos devuelve por un momento ilusorio las ganas de vivir. Otto tiene abstinencia de ella, de sus palabras, de su compañía. Creo que a ella no le ha de pasar algo igual. Porque en este mundo siempre hay alguien que sufre más que el otro. Y no creo que se pueda estar peor que mi amigo.

El síndrome se le pasará, de eso estoy seguro. Pero mientras tanto no puede sostener un vaso de agua con firmeza. ¿Por qué buscamos relaciones así? Me dice Otto mientras se lleva un cigarrillo a la boca. No lo sé, creo que es porque no tenemos una buena autoestima como sociedad, buscamos relaciones conflictivas para justificar nuestras locuras.

Otto, es una gran persona, conseguirá otra mujer que le quite el sueño, alguna que se preocupe por causarle otro tipo de frustraciones. Eso es así. En la vida buscamos, no a la princesa o príncipe azul, sino a aquella persona a quien le aguantemos las neurosis y que la otra parte, pues, nos tolere la locura.

Ángel Elías

Comentarios

Menlove Avenue dijo…
"buscamos relaciones conflictivas para justificar nuestras locuras."

¡Qué gran frase! Muchas parejas seguirían juntas si, en general, no fuéramos tan neuróticos, y muchos problemas ni existirían. Pero, paradójicamente, esa es nuestra manera de echarle sal a la vida: sufrir, para luego disfrutar más lo bueno, para luego sufrir más, y volver a valorar más lo bueno, y así hasta el último día de nuestras vidas...

Gran blog. Seguiré pasando por aquí, con tu permiso. Puedes pasar por el mío cuando gustes. Serás bienvenido.
Angel Elías dijo…
Así es Menlove, somos tan conflictivos que necesitamos de eso para justificarnos y a veces hasta nos sentimos orgullosos de eso...
Es treiste... pero lo que no es triste, es que me visites

Claro tienes el permiso de hacer esta tu casa....

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