La irresponsabilidad de las autoridades guatemaltecas
provocó que los estudiantes de magisterio se volcaran a las calles a generar
violencia. Y es que las cosas en este país, el gobierno lo resuelve con
imponencia. Se pretende solucionar la educación llenando los corazones de la población
con rabia contra los estudiantes. Al final la falta de capacidad de negociación
del gobierno central desató ese germen que tiene la juventud guatemalteca
sumergida en la incomprensión y frustración de los sin voz.
Mucho se habla de la educación guatemalteca, y todos
conocemos sus carencias. ¿Acaso las reacciones de los estudiantes son
espontáneas? La verdadera reforma educativa tiene que ir más allá. Se debe
centrar en la profesionalización del
magisterio, de quienes enseñan para que los que aprenden logren superar esa
barrera de subdesarrollo que nos mantiene sumergidos en la época medieval.
Sin embargo, parece que este gobierno no ha entendido que la
imposición no logra su cometido, que la violencia genera este tipo de
reacciones dentro de la población. La ministra del Águila al final de cuentas
deja en evidencia su poca capacidad para negociar y lograr consensuar, aunque
pareciera que este gobierno no pretende consensuar ninguna de sus propuestas.
Este movimiento estudiantil es consecuencia de años de
represión, malformación y degenere de una sociedad post guerra. Sus actos rayan
en la desesperación, pero qué se puede esperar de la formación de estudiantes
con maestros mediocres, que aún enseñan la historia criolla en este país.
La violencia explota cuando no les queda otra alternativa,
es un medio de escape de los estudiantes frente a un gobierno con poco coraje
para negociar y responsabilidad necesaria con los jóvenes.
Los actos vandálicos no son aceptables, pero menos aceptable
es que el gobierno, que es quien al final debió apagar los ánimos, no pudo
hacerlo. Ahora la población pide cárcel y castigo. Cuando quienes deber estar
pensando su renuncia, son los malos negociadores.
En Guatemala se culpa a los sin voz, a quienes en su derecho
quisieron hablar sobre el tema. Los jóvenes que ahora hacen revueltas, son los
inconformes por no ser escuchados, por ser los subestimados. Dura prueba de
necedad este gobierno. Donde encontramos ese autoritarismo que muchos pensamos sucedería.
Al final pierde Guatemala, en una lucha vilipendiada donde
los jóvenes puede que queden nuevamente en el olvido, como mano de obra barata
y poco pensante, porque parece que para estar en desacuerdo en este país, no se
negocia, se sale a la calle a quemar llantas, solo así se es escuchado. Triste,
pero real.
En este país parece que las bombas pueden más que las
palabras.
Ángel Elías
Comentarios
Yo le quitaría las palabra 'parece que'.