“Si tuviéramos que envolvernos en polvo de estrellas te
aseguro que nada malo nos pasaría porque las estrellas brillan en la oscuridad
más absoluta y tú querida mía, iluminas cada resquicio de mi existencia”, claro
eso le escribí en aquella carta que no tuve el valor de entregarle por timidez.
Ahora, a los años, te veo como quien ve a una enamorada por primera vez y recuerdo el sentido exacto de cada una de las palabras escritas, en aquella
carta que luego de algunos años te entregaré.
Mi buen amigo Guillermo, escribió un artículo interesantísimo. Le Concedo el espacio ya que es un excelente material. ¡¡¡Que lo Disfruten!!! Mel Gibson’s montó una película cuya argumentación es una pura y simple extrapolación de algunos pocos hechos históricos de una sociedad que el cineasta llama Maya, pero que en realidad no corresponde, ni por las escenarios arquitectónicos, ni por el vestuario, ni la utilería, ni por las manifestaciones de la vida cotidiana de los pueblos mayas descritos por los cronistas españoles, sobre todo curas, a finales del siglo XVI. Y por otro lado, dada la tendencia de Gibson’s a magnificar lo sangriento, las bajas pasiones, con el fin de impactar a un público cinófilo ávido de violencia escénica, sediento de actos necrófilos, convierte el film en una desagradable y, a veces repulsiva, ficción del salvajismo de los humanos. La historia negra de l...
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