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El hombre de Ixcán

Foto:
Primavera del Ixcán/Jonathan Moller
El mundo da trastumbos increíbles. Y de esos borbotes de suerte uno termina explorando interiores ajenos, pero que por ello no nos deben ser desconocidos. Resulta que durante uno de los viajes que he tenido en los buses urbanos de esta melindrosa capital guatemalteca me encontré con el hombre del Ixcán. Él llevaba a su hija invidente a un centro asistencial. Al sentarse a la par mía se sonrió conmigo. Acto que en esta trampa llamada capital nadie realiza. Y me sentí cómodo al ver como una expresión inocente se dibujaba en su rostro. Le pregunté por su hija y me contestó que la llevaba pro-ciegos y sordos de Guatemala. Luego, como esperando un chispazo de interés me comenzó a contar acerca de su vida. De cómo un hermano cristiano le debía un dinero, y que lo iba a traer confiado, -porque los evangélicos no mienten –dijo.
-Son cuatrocientos quetzales-, me comentó emocionado por el dinero.
Luego, indagué acerca de dónde vive y me responde en Ixcán. Cosa que me sorprende, y me emociona. El Ixcán es una de las comunidades guatemaltecas más olvidadas y marginadas del país. Que se encuentra en el lado norte del país, ya sobre la frontera mexicana. Este encuentro, me resulta emocionante por toparme con un guatemalteco de esas latitudes en estas esferas. No porque no pueda estar acá, sino por el sacrificio que implica trasladarse hasta la capital. Son casi 7 horas de camino. Esto por un olvidado y largo camino. Entonces sorprende encontrarse con alguien de por allá, acá. En el camino que conversamos me comenta un poco sobre su vida campesina y lo difícil de la vida, pero también comenta lo lindo y caluroso que es su lugar de origen. Esto cuando le pregunto cómo es por allá. –Aquí, a esta hora ya me da un poco de frío –dice cuando compara las temperaturas.
–Pues cuando quiera llegar, llegué –me recomienda cuando le muestro interés de conocer. -Son sólo cuatro horas de viaje desde Cobán-, resalta para saciar mi curiosidad por llegar, -es un lugar muy bonito –no lo dudo, me respondo en mi interior.
Porque las tierras que forma personas tan confiadas y orgullosas de su origen deben ser hermosas.
La noche se cierne sobre nuestras cabezas, y él tan lejos de su casa, se encamina con su hija invidente dentro de esta ciudad de desconfiados.
Porque, él por un momento representa al guatemalteco puro, sin contaminación alguna, más allá de la religión. Porque no se preocupa por los regalos navideños, ni en pagar la tarjeta de crédito antes del mes, ni que los intereses voraces de los bancos. Sino sólo le preocupa llevar a su hija a un lugar determinado y entablar conversación con alguien que no haga caras de inconformidad.
No dudo que pocas veces venga a la capital, como tampoco dudo que regresará contando maravillas de ella. O talvez alegando desencanto por encontrarse en cualquier lugar de la ciudad con hombres ya sin luz en los ojos y una decepción terrible. Pero regresará contando algo a sus parientes. Regresará a sus siembras y animalitos. A curarse con plantas y a comer lo que la tierra les pueda dar. Pero estará feliz por saberse viajero, por realizar una inocente expedición por la jungla de concreto y bocinazos llamada ciudad de Guatemala.
Entonces al verlo bajar con su hija de la mano, le deseo suerte, y me despido de él. Porque muy pocas veces nos topamos con la realidad desnuda, pero apacible del país. Veo cómo se aleja buscando las respuestas en el camino. Y me causa ternura su historia. Porque los viajes largos y en esas condiciones necesitan de valentía. Pero más que valentía, necesitan convicción de querer algo. Y vi, como el hombre del Ixcán desaparecía, probablemente para siempre; destino que muchos de nosotros corremos sin percatarnos.
Angel Elías

Comentarios

Anónimo dijo…
Creo que lo más probable es que yo también me habría sorprendido y me habría gustado conocer a alguien de esa región de guatemala. Y es que cómo no haber oído el nombre Ixcán, casi siempre ligado a guerra, a zona de conflicto, a zona apartada de todo y de todos, aunque también dicen que de inigualables bellezas naturales. Interesante relato Angel.Además tenés mucha razón: Guatemala no es para nada sólo la caótica capital, es tantas otras regiones más.
Un saludo desde el centro de Europa
Este relato se me había pasado....
Menos mal que regresé.
Escribes muy bien y me arrancaste la ternura por esa persona que desconozco pero que imaginé en los rostros de los campesinos que vi en los buses.

Que gran sesibilidad. No la pierdas, amigo.
Saludos.
Anónimo dijo…
Sr: Realmente los capitalinos se resumen a centro comerciales y a una guatemala mágica por luces en el cielo. Ciertamente hay cosas sencillas y humildes por explorar, que creo es lo más importante. Detenerse en el tiempo a pensar mucho màs allà de lo que existe y de lo que vemos. Pero solo lo comprendemos cuando es demasiado tarde. Saludos a Centroeuropa.
Anónimo dijo…
goathemala: Gracias por visitarme, claro creo que en tu vista a Guatemala viste al individuo que a pesar de la deversidad se echa para adelante. y que a pesar de los pesares mantiene una esperanza escondida. SAludos A España
Anónimo dijo…
Interesante relato que desnuda el rostro de un país lleno de contradicciones, pero que recrea la belleza que palpita en la mirada de los seres humanos y de la naturaleza. El Ixcán, un paiaje primaveral azotado por la guerra, despierta sentimientos de ternura por la sensillez de sus habitantes y por la tortuosa historia conocida, como un escabroso camino que aún queda por limpiar.

En el Ixcán, uno amanece con el júbilo de los pajarillos y allá a lo lejos se escucha el canto de los animales de la selva.

Saludos desde la Capital de Guatemala. Soy Ixcaneco y amo a la República del Ixcán.
Anónimo dijo…
Hermelindo gòmez: me encanta que un poblador de allá se interese en mi blog. Soy un enamorado de Guatemala y de su provincia, te felicito por sentirte Ixcaneco. Guatemala tiene esperanza, siempre lo he sabido.
Unknown dijo…
He leído una y otra vez el relato del hombre del Ixcán, mas hasta ahora no me había atrevido a comentar. Es difícil emitir un comentario alrededor de la experiencia auténticamente humana. Soy del Ixcán, también soy periodista, un relato como el tuyo Ángel solo se logra con la sensibilidad social y humana propia de quien vive la experiencia. Gracias por transportarme en el tiempo hacia ese espacio que ocupa un lugar en mi mente y corazón: el Ixcán.
Angel Elías dijo…
Augusto Ortiz, hasta hace poco conoci en aquella parte de Guatemala y me hace reflexionar a cerca de la maravilla natural en Guatemala y que además hay mucho por ver y deleitarse.

Gracias por la visita, amigo periodista

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