La poesía ha perdido. Sí, ha perdido ese elemento sustancial que lo acerca al lector. Su elemental sencillez. ¿Pero, qué se ha hecho?
Preguntándoles a los poetas, estos responden que no se ha perdido, sólo se ha refinado. En efecto, la poesía ha sufrido un cambio un tanto plástico en su estructura. Que a juicio de algunos le ha dado aires intelectuales, que en este momento ya roza en el intelectualismo plástico y fingido.
Preguntándoles a los poetas, estos responden que no se ha perdido, sólo se ha refinado. En efecto, la poesía ha sufrido un cambio un tanto plástico en su estructura. Que a juicio de algunos le ha dado aires intelectuales, que en este momento ya roza en el intelectualismo plástico y fingido.
¿Y los lectores? No todos se pueden acercar a la poesía. ¿Doctamente imposibilitados? No, simplemente la poesía no es para ellos. Esto dado que los poetas, con la actitud de poeta, no dejan lugar a la interpretación, al sentimiento, ni siquiera a lo medianamente entendible.
Los poetas, elevan sus aspiraciones poéticas a visiones, gramaticalmente complejas. Dejando lo sustancial como una adivinanza postmoderna. Entonces la poesía pasa a ser un acertijo mal elaborado para engañar incautos. Que me recuerda a aquella vieja fábula sobre el rey y su traje invisible. Un traje que estaba reservado para la visión de los inteligentes. Aunque en realidad no existía el dichoso traje.
Ese tipo de poesía nos grita: no se ofendan por no comprenderla, no fue hecha para ello. No ofendan al poeta, diciéndole que no entendieron. Felicítenlo por esa sarta incoherencias postmodernas, porque no es el tiempo de la poesía elemental sino del poeta acomplejado.
Gombrowicz, nos invita a dejar: la Actitud de poeta, el tono poético, y la forma poética. Para dejarnos llevar por la forma y el impulso.
La poesía se debe dejar llevar por su propio ritmo, sin sacrificar su profundidad. No debe asumir poses, ni crear monumentos para una cómoda intelectualidad.
Sobre la forma, se dice que los buenos poemas, se dejan acarrear por su profundidad agarrados de una sencillez que cautiva.
No sirve de nada el maquillaje excesivo, sino debe (el texto) tener una belleza natural cautivante.
Esto puede ser disonante para algunos, para otros, simplemente fatalista. Sin embargo es hora de recuperar la esencia de la poesía, su sencillez y su cotidianidad.
Entonces en esta fauna a lo que llamamos literatura guatemalteca, encontramos poetas muy buenos y otros que no lo son ni por asomo.
Ángel Elías
Comentarios
Asi es debemos quedarnos con lo elemental ya lo demas es accesorio y por ahora no lo necesitamos
El maestro Sabina, quien escribe maravillosos sonetos, menciona en uno de sus libros autobiográficos que a los escritores de hoy habría que explicarles primero que hay sujeto y predicado, porque muchos no lo saben.
—Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
—El vacío es más bien en la cabeza.
De diez cabezas, nueve
embisten y una piensa.
Nunca extrañéis que un bruto
se descuerne luchando por la idea
Fragmentos de "Proverbios y cantares" de Antonio Machado.