Luego ves pasar rápidamente los años, con todo y sus ojeras. Y ves a tus amigos, los del barrio, los de la escuela, los únicos los inseparables con los que marcabas los mejores goles, ya con corbata y durmiendo dentro del bus rumbo al trabajo. Y los saludas y te despides, como quien se despide un recuerdo. Con una sensación de lejanía. Y se habla de lo mismo, de todo lo que fue y luego de la nada. Esa conversación se acaba. Y es normal. Alguna vez dejaremos de ser soñadores, y nos volveremos sus cazadores. En la búsqueda de la niñez perdida.
A los años, con algunas arrugas volteamos y vemos ese tramo recorrido. A los hijos de nuestros amigos, a las esposas de ellos y a sus exesposas también. Uno que otro café con antiguo amor de colegio; ahora con problemas de colesterol, y con unos hijos, según ella, latosos. A los años es inevitable hablar del pasado. De recordar y reír un tanto más de las tonteras que fuimos. A los años somos un poco más viejos. Somos menos soñadores, más expectantes. En esos años vemos como nos corren nuestros errores, y hemos aprendido a vivir con ellos. También nos persiguen nuestros aciertos.
Y los amigos nos cuentan sus historias. Y los amigos se encuentran en la calle y se saludan con un abrazo. También están los que nunca se vuelven a ver. Los que pasaron a formar parte de la historia y que se tienen referencia por un viejo conocido. Siempre es así. Somos seres llenos de recuerdos, llenos de nostalgias, llenos de vistas para atrás.
Ahora, al regresar al trabajo. Al escribir estas letras. Al sentarme en el escritorio que me ha visto los últimos años, me susurro un feliz cumpleaños. Y con el paso del día aparecen algunos amigos, unos cercamos, otros circunstanciales. Y todos los años rostros nuevos me dan ese abrazo de cumpleaños. Y otros ya no se acuerdan. Es la constante. He de confesar que yo he olvidado cumpleaños. Y un pastelito no faltará por lo menos este año.
Pero sé, que no siempre será así. Que uno de estos años será un día más, para todos. Que se perderá en la historia. Que los únicos platillos que sonarán serán los que yo mismo me toque.
Y cada fecha de ellas siempre será diferente, con rostros distintos y con nuevas ausencias. Porque siempre se pierde a alguien ese día. Y aunque quisiéramos que apareciera sabemos que nos será así. Que no todos estarán. Que serán los que tienen que ser y nadie más.
En este cumpleaños, al voltear a ver. De ver el pasado con sus figuras inamovibles, pareciera que el futuro no es más que un juego engañoso. ¿Cuántos de nosotros no se entusiasma con el futuro? Labor noble, pero inestable. El futuro es el elemento más movible y cambiante. El que no depende de nosotros, el que no podemos explicar.
Hoy en este cumpleaños, a un año más lejano de aquel recinto intrauterino, me siento aún más intra, aunque menos uterino.
En este cumpleaños los rostros son diferentes. Simplemente son otros…
Ángel Elías
Comentarios
bueno, a los 25 uno cumple y bien, y el mejor periodista cultural de Guatemala, pues también.
un abrazo.
Sos un completo patojo.
Un abrazo
y que cumplas 20000000 mas, pero que no nos enteremos
Fer: gracias por lo del cuarto patojo y completo siglo. Solo te falto patojo malcriado
Ruth: me siento el hombre bicentenario. caites, solo los usaba cuando me llevaban con la virgen de guadalupe.
Esos son tantos años que no se cuantos son...
un abrazote
realmente las cosas son como son... jeje
el xl lo dejamos para despues, la edad se pone cada vez mejor... o peor