Guatemala, como muchos países del mundo, enfrenta una ola de violencia enorme. Pero ¿Qué nos hace tan vulnerables? Talvez la poca visión de país, para generar oportunidades. Recientemente en Radio Sonora, radio guatemalteca, en el programa Usted qué opina, escuché, una tonta y absurda encuesta, a cerca de qué hacer con los mareros (pandilleros juveniles) que me puso en qué pensar. En su mayoría, la gente respondió que se debían eliminar.
Esto viene acotación porque en Guatemala se están dando casos de limpieza social, una limpieza social que a todas luces es ilegal e inhumana. El que los pandilleros tengan en zozobra a mucha de población guatemalteca, no significa que se les deba dar muerte, como desechos inservibles. Realmente estamos cansados de la violencia, como para generar más, con limpiezas sociales, indignas de una sociedad civilizada. Pareciera que 36 años de conflicto armado no nos han enseñaron que la violencia sólo genera más violencia. Puede parecer tentadora la alternativa, pero eso sólo en apariencia, porque entonces nos volveríamos tan criminales como ellos.
En el año (febrero 2006) sobrepasamos el centenar y medio de victimas por violencia.
Y da pena escuchar a la gente que clama por regresar a la época donde el autoritarismo estaba a la orden del día.
Realmente no estamos conscientes que una vida es una vida humana y que nadie tiene derecho a quitársela a nadie. El asesinar es un hecho delictivo, que claro, debe ser penado, pero no por mano propia, sino en el debido proceso.
Pero, confiar en el proceso es difícil en un país como este, donde campantes e impunes se pasean maleantes en la política y en la delincuencia. Es difícil, pero, acaso no recordamos que en este país de subdesarrollo, no podemos esperar más allá que ese mismo subdesarrollo, desde nosotros hasta los administradores públicos.
La violencia, provocada por la limpieza social, puede rebotarnos en la cara. No se pude delinquir sin asumir cierta responsabilidad. No es suficiente con pandilleros que matan por un par de monedas, ahora debemos cuidarnos de nosotros mismos, porque ciudadanos, aparentemente decentes, pueden ser homicidas en potencia. Que en base a su juicio, un juicio retorcido, puede arrebatarnos la vida. Sólo porque, a sus ojos, podemos parecerles amenazantes.
En Guatemala, es muy probable que casi toda la población tenga problemas mentales. Eso es de alarmarse, ya que nadie en su sano juicio puede ver una solución en la muerte
Si no, veamos el caso estadounidense, esa paranoia, por los ataques del denominado S-11, fueron el detonante para dejar poblaciones en medio oriente a medio destruir, por una supuesta democracia, que cada pueblo debe buscar bajo sus convicciones.
En Guatemala el subdesarrollo nos tiene de rodillas, no son los mareros, ni la pobreza, la carestía de vida, ni la inseguridad laboral y personal, ni la falta de empleos, es el subdesarrollo que provoca todos estos males.
Repudio toda muestra de violencia, toda muestra irrespeto a la ley, porque ni los pandilleros son unos angelitos, ni la gente que los mata, son salvadores del pueblo. Porque tanto ellos como los otros son unos criminales de la peor calaña.
Y el gobierno, una partida de inútiles, que no prestan la garantía constitucional de la vida a los que ingenuamente votaron por ellos.
Democracia ¿Cuál democracia?
¿Justicia? Esa señora olvidada en los tribunales, en la que, nos guste o no, debemos aprender confiar.
Angel Elías
Esto viene acotación porque en Guatemala se están dando casos de limpieza social, una limpieza social que a todas luces es ilegal e inhumana. El que los pandilleros tengan en zozobra a mucha de población guatemalteca, no significa que se les deba dar muerte, como desechos inservibles. Realmente estamos cansados de la violencia, como para generar más, con limpiezas sociales, indignas de una sociedad civilizada. Pareciera que 36 años de conflicto armado no nos han enseñaron que la violencia sólo genera más violencia. Puede parecer tentadora la alternativa, pero eso sólo en apariencia, porque entonces nos volveríamos tan criminales como ellos.
En el año (febrero 2006) sobrepasamos el centenar y medio de victimas por violencia.
Y da pena escuchar a la gente que clama por regresar a la época donde el autoritarismo estaba a la orden del día.
Realmente no estamos conscientes que una vida es una vida humana y que nadie tiene derecho a quitársela a nadie. El asesinar es un hecho delictivo, que claro, debe ser penado, pero no por mano propia, sino en el debido proceso.
Pero, confiar en el proceso es difícil en un país como este, donde campantes e impunes se pasean maleantes en la política y en la delincuencia. Es difícil, pero, acaso no recordamos que en este país de subdesarrollo, no podemos esperar más allá que ese mismo subdesarrollo, desde nosotros hasta los administradores públicos.
La violencia, provocada por la limpieza social, puede rebotarnos en la cara. No se pude delinquir sin asumir cierta responsabilidad. No es suficiente con pandilleros que matan por un par de monedas, ahora debemos cuidarnos de nosotros mismos, porque ciudadanos, aparentemente decentes, pueden ser homicidas en potencia. Que en base a su juicio, un juicio retorcido, puede arrebatarnos la vida. Sólo porque, a sus ojos, podemos parecerles amenazantes.
En Guatemala, es muy probable que casi toda la población tenga problemas mentales. Eso es de alarmarse, ya que nadie en su sano juicio puede ver una solución en la muerte
Si no, veamos el caso estadounidense, esa paranoia, por los ataques del denominado S-11, fueron el detonante para dejar poblaciones en medio oriente a medio destruir, por una supuesta democracia, que cada pueblo debe buscar bajo sus convicciones.
En Guatemala el subdesarrollo nos tiene de rodillas, no son los mareros, ni la pobreza, la carestía de vida, ni la inseguridad laboral y personal, ni la falta de empleos, es el subdesarrollo que provoca todos estos males.
Repudio toda muestra de violencia, toda muestra irrespeto a la ley, porque ni los pandilleros son unos angelitos, ni la gente que los mata, son salvadores del pueblo. Porque tanto ellos como los otros son unos criminales de la peor calaña.
Y el gobierno, una partida de inútiles, que no prestan la garantía constitucional de la vida a los que ingenuamente votaron por ellos.
Democracia ¿Cuál democracia?
¿Justicia? Esa señora olvidada en los tribunales, en la que, nos guste o no, debemos aprender confiar.
Angel Elías
Comentarios