
Para Iris U.
Foto: ojodigital.net
el poder de un libro (Marilola)
Es hermoso recordar. Arrancar pétalo por pétalo cada una de las añoranzas que alguna vez fueron interrumpidas. En ese estado, en ese tiempo se quisiera que todo fuera eterno, que la espiral a la que llamamos destino no caminara más. Pero no es así, ese remolino sigue su camino y no nos queda más que verlo pasar y tratar de que no nos quite lo que creemos nuestro.
Aunque ese trastumbar del mundo no debe ser del todo malo. Porque a pesar de todo siempre hay cosas maravillosas y la felicidad escondida detrás de cada piedra en el camino.
Hace algunas semanas, tuve un encuentro muy grato con una amiga de años. Ella, la patoja rebelde, irreverente, pero a la vez tierna y sincera. Con ella tuvimos tantas desavenencia como buenos momentos. Y es que teníamos la sana manía de pelear y reírnos de ello después. Esto dado a nuestro inexacto sentido del humor. La conocí circunstancialmente, y formamos una amistad tan fuerte que a lo largo de los años no olvidamos esos buenos momentos. Aunque ambos desaparecíamos de nuestro horizonte, unas veces ella otras veces yo, siempre nos encontrábamos, y podíamos retomar esa añeja amistad.
Y es que con ella siempre era lo mismo. Una gama interminable de sorpresas y de gratos recuerdos. Con conversaciones que trataban de componer el mundo o simplemente nuestras vidas, cosa que por cierto nunca logramos. O también era la simple y llana plática de amigos de siempre, como ese lugar que siempre frecuentamos, pero del que nunca nos aburrimos. Y ella, con su sonrisa tan característica, tenía la cualidad de contradecir todo lo que decía. Y era lindo encontrar sentido a nuestras desavenencias y mofarnos de ellas.
Con el paso de los años cada uno tomó destinos distintos. Pero eso no impidió recordarnos. Creo que el tomar el camino que más nos convenía era nuestro rumbo. Una de las cosas que con más agrado recuerdo fue la vez que asistió a una lectura de poesía que tuve en la Antigua Guatemala, donde sólo ella llegó. Estaba allí, como la luminaria de esa noche. Esa lectura fue significativa. Orquestada específicamente para que se cumpliera el mandato, donde dice que la poesía solo es para iniciados.
Ciertamente estrechamos lazos de amistad inquebrantables. Con los desajustes del caso, pero que a la larga no influían para que no le tuviera el cariño que este tipo de personas se merecen. Ella, es una gran persona, con sus cualidades y berrinches, (claro, no he conocido a una mujer más berrinchuda y persistente que ella, je, je) que de cierta manera estuvo cerca de mí en todo momento.
Ahora, ella comienza una nueva etapa en su vida. Donde deseo que todo le salga bien. Una etapa diferente y con nuevas expectativas. Una etapa llena de magia y color. En donde la vida da la pauta a otra para existir. Es maravilloso, encontrar ese hito de vida que nos empuja a seguir adelante. Y ella lo ha hecho. Ha encontrado ese hilo conductual hacia una vida llena de satisfacciones y alegrías.
Amiga: con el tiempo, que transcurrirá entre nosotros. Ese momento de luz y recuerdo queda grabado en mi memoria como parte de un gran regalo universal. En tu maternidad, esa etapa maravillosa y de mil cuentos, espero que uno lleve tu nombre.
Ángel Elías
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Te envio un abrazo.