Ya en cuestiones de teatro. La vida como tal, a veces se parece al teatro. Tan elaborado y tan exactamente ensayado que pareciera que actuáramos una y otra vez. Si saberlo, por supuesto. Y me encanta ese montaje continuo. No nos damos cuenta que somos consecuencia de una serie de acontecimientos que hace de nuestra existencia un montaje universal. Que si estamos concientes de ello, lo dudo. Es que si nos damos cuenta de ello, actuaríamos de forma distinta y hasta rara. Necesitamos desconocer que pertenecemos a ese montaje tan real como elaborado.
Admiro profundamente a los atores de teatro. Ellos si están concientes de ese fenómeno y hasta juegan con la realidad. Lastimosamente en este hermoso y contrastante país, el trabajo actoral es poco valorizado. No solo eso es ninguneado, es tratado de la peor manera. Es comprensible si consideramos, que en este país ni la propia vida tiene valor alguno. Hace pocos días una amiga actriz, fue a renovar su cédula de vecindad (documento arcaico de identificación) y al preguntarle acerca de su profesión, con orgullo dice actriz. En la base de datos no existía la profesión como tal. Y tuvo que conformarse con payaso de circo. Es risible si consideramos que era lo más cercano a su profesión que había. Como comparar un panadero y un ebanista.
Durante mi carrera, me he enamorado de las profesiones artísticas, pero una de mis preferidas es el teatro. Con una infinidad de conocidos dentro de este maravilloso mundo.
También allí he conocido mujeres maravillosas, que con su encanto han dejado una huella trascendental dentro de la vida. Como ver el esplendor del mundo sobre las tablas. He admirado a los actores desde siempre. Y a veces me he considerado uno dentro del humilde montaje que represento a diario.
En la representación cotidiana, no estamos concientes de nuestro papel en la obra. No estamos concientes que cada uno de nosotros representamos algo distinto dentro de esta obra llamada vida. y que a veces nos toca hacerla de taxista, padre amoroso, amante comprometido, casanovas, trabajador responsable y hasta de ayudante de autobús. Pero esas representaciones las sentimos tan cotidianas que ignoramos el valor de la actuación en la realidad.
En el teatro mágico de la vida, no entendemos el papel que jugamos. Y de cierta manera lo representamos mal.
ANGEL ELIAS
Comentarios
saludos pirata